Las esperanzas de aumentar la longevidad
Desde hace siglos existen leyendas sobre aguas curativas o fuentes de la eterna juventud. Una de las leyendas más extendidas dice que Ponce de León descubrió Florida cuando buscaba la fuente de la juventud. Según esta leyenda oyó a los nativos de Puerto Rico hablar de esta fuente cuando conquistó la isla. Insatisfecho con su riqueza material, emprendió una expedición en 1513 para localizarla, y por el camino descubrió el actual estado de Florida. Obviamente nunca halló la fuente. Además, aunque hubiese oído acerca de esa fuente puede que quizás ésa no fuera en realidad su motivación.
En los tiempos actuales esas historias acerca de una fuente cuya agua cura o vuelve jóvenes a los que la beben o se bañan en ella nos hace esbozar una sonrisa y mirar con cierta condescendencia (en el mejor de los casos) a aquellos ingenuos hombres, ya convertidos en polvo, que en el pasado la buscaban.
Puede que quizás no hayamos cambiado tanto y que dentro de un siglo nuestros descendientes hagan lo mismos con nosotros y se rían de nuestra ignorancia y arrogancia, por perseguir el mismo fin, para después morirse igual que lo haremos nosotros. Porque al final moriremos todos, incluyéndole a usted, amigo lector. No es un mal pensamiento si nos ayuda a vivir mejor.
Desde hace décadas se nos promete que en unos años las ciencias biológicas avanzarán lo suficiente como para alargar considerablemente la vida humana. No hace falta decir que esto todavía no ha ocurrido. Recientemente se cuentan resultados alcanzados en modelos animales de laboratorio, resultados que de vez en cuando han sido publicados en este sitio web y que algunas veces se venden en notas de prensa que rozan el sensacionalismo. Se acaban de hacer públicos nuevos resultados al respecto.
Científicos de varias instituciones del estado de Texas descubren lo que según ellos podría dar lugar al descubrimiento médico más importante en la historia humana en relación al alargamiento de la vida. El descubrimiento, que es portada en el número de julio de la revista FASEB, muestra que un plegado adecuado de una proteína podría explicar la mayor longevidad de unas especies de murciélagos sobre otros mamíferos de tamaño comparable a ellos como los ratones.
Asish Chaudhuri, de VA Medical Center en San Antonio, dice que tratan de investigar los mecanismos que subyacen a la mayor longevidad algunos animales con la esperanza de poder desarrollar terapias que permitan a las personas envejecer más lentamente.
Asish y sus colaboradores hicieron el descubrimiento a partir de las proteínas extraídas del hígado de dos especies longevas de murciélagos (Tadarida brasiliensis y Myotis velifer) y comparándolas con las procedentes de ratones. Ambos tipos de proteínas fueron expuestas a un agente químico que en general provoca el despliegue de proteínas, es decir su desnaturalización. Comprobaron que las proteínas de los murciélagos eran más resistentes, lo que indicaba de los murciélagos deben de haber desarrollado algún mecanismo para mantener la estructura adecuada de las proteínas incluso bajo presión extrema.
. Los ancianos entran por el lado izquierdo y salen jóvenes por el derecho |
Recordemos que una proteína es una cadena de aminoácidos, pero que su función depende de cómo se pliega dicha cadena. Un error en esta estructura terciaria puede desembocar en una proteína totalmente inútil o incluso perjudicial, como en el caso de los priones. La desnaturalización de la proteína consistente en un mal plegamiento puede estar producida por varias causas, como la alta temperatura, los radicales libres o los agentes químicos.
Los murciélagos están muy cerca de los ratones en el árbol evolutivo y estas diferencias observadas pueden dar lugar, según este investigador, a pistas que nos conduzcan a la tan elusiva fuente de la juventud (según sus palabras). Curiosamente una de estas dos especies de murciélago vive en Florida.
El segundo descubrimiento se refiere al las dietas de restricción calórica, que consiguen alargar la vida de los gusanos sometidos a ella y que ya hemos cubierto en el pasado en esta web. El mecanismo molecular que liga nutrición y esperanza de vida se comprende muy mal. Puede que este estudio, realizado por científicos del Salk Institute, y publicado en Nature el pasado 24 de junio, ayude a entenderlo mejor.
Estos investigadores han identificado el papel pivotande de dos enzimas que trabajan juntas para determinar los beneficios de la dieta de restricción calórica. Si se elimina una de estas dos proteínas la dieta de restricción deja de funcionar y los animales viven lo mismo que sus congéneres con dietas normales.
Según Andrew Dillin, el otro único factor de regulación de longevidad ligado a la dieta que se conoce opera justo al final de una larga cascada de señales. Según él estas dos enzimas están más lejos y nos acercan al receptor que recibe la señal (química) de iniciar el promotor que alarga la vida.
Identificar el receptor podría ayudar a los investigadores a diseñar un fármaco que remede esta señal y que dé lugar a tratamientos que curen enfermedades ligadas al envejecimiento. La idea es que no sea necesario "morirse" de hambre para "alargar" la vida, ya que una dieta severa como la que se necesita para obtener resultados puede producir problemas.
Aunque el estilo de vida puede tener una influencia sobre la esperanza de vida, como en el caso de la obesidad, los factores genéticos son los más importantes en el proceso. Hasta el momento se conocen sólo tres redes genéticas que garantizan mayor longevidad cuando son manipuladas: el factor de crecimiento ligado a la insulina, otro ligado a las mitocondrias y el relacionado con la restricción calórica.
En este caso los experimentos se hicieron sobre gusanos Caenorhabditis elegans a los que se manipuló genéticamente para que expresaran o no las enzimas WWP-1 y PHA-4. Sobreexpresar la primera aumentaba la vida de los gusanos, pero al eliminar el gen que determinaba la segunda no se obtenía beneficio en la esperanza de vida aunque la primera estuviera presente. Además, descubrieron que el factor UBC-18 parece ayudar a WWP-1 a realizar su labor. Estos científicos creen que estas proteínas trabajan en tanden para producir mayor longevidad.
Lo interesante es que la red WWP-1 se ha conservado evolutivamente bastante bien a lo largo del tiempo y está presente tanto en los gusanos como en los mamíferos, aunque no está demostrado que en los segundos juegue un papel en el aumento de la longevidad.
El tercer resultado se ha obtenido en ratones, y consiste en el hallazgo del único fármaco hasta el momento capaz de alargar la vida en mamíferos.
La rapamicina* es un fármaco que se lleva usando en pacientes humanos desde hace años para prevenir el rechazo de órganos trasplantados. Es decir, es un inmunodepresor. Lo que no se sabía de él era que además podía alargar la vida en ratones. En concreto cuando es administrado en ratones en edad avanzada se consigue aumentar su vida en un 14% en promedio.
Su uso en humano sería, por razones obvias, problemático pues dejaría el cuerpo más expuesto a las infecciones.
Este estudio ha sido realizado por científicos de University of Texas, University of Michigan y Jackson Laboratory. En él se usaron 2000 ratones genéticamente diferentes entre sí para asegurarse que no habría factores genéticos que enmascararan los resultados. A parte de ellos se les empezó a administrar el fármaco cuando contaban ya con 20 meses de edad (una edad avanzada correspondiente a 60 años en su equivalente humano), mientras que otros formaban el grupo de control.
Cuando se comparó la longevidad de los ratones tratados con los que no tomaban el fármaco se vio que la vida de los primeros aumento en un 14%. Se comprobó además que el efecto era más acusado en las hembras que en los machos.
Se eligió este fármaco para el estudio porque se sabía que tenía efectos sobre el circuito celular denominado TOR, que es conocido porque en ratones, moscas y gusanos está relacionado con los efectos ligados a las dietas de restricción calórica y con problemas asociados con el envejecimiento.
Podría ser que la rapamicina remedara el efecto de la dieta de restricción calórica. Aunque ningún ratón perdió peso durante los experimentos, al contrario de lo que ocurre en dichas dietas. Además, estas dietas funcionan bien cuando se empiezan a edad temprana y no avanzada como en este caso.
La aplicación de este resultado en humanos sería problemática debido a sus efectos inmunodepresores y a la dosis que habría que administrar. Normalmente, para evitar rechazo de órganos trasplantados, se administra a humanos de 2 a 5 miligramos de rapamicina al día, que es mucho menos de los 2,24 miligramos por kilo de peso y día que se administró a los ratones durante este experimento.
La esperanza es que se pueda alterar este fármaco para que no afecte al sistema inmunitario, pero que mantenga sus cualidades de alargamiento de la vida. Algunos de estos investigadores ya trabajan sobre esta vía.
Está por ver que todas estas investigaciones terminen con resultados aplicables a humanos. Habrá que esperar y mucho. Mientras tanto podemos consolarnos con lo que dijo aquel: "Me puedo conformar con no ser inmortal. Me basta con que tampoco lo sean los demás".
*Su nombre procede de Rapa Nui o isla de Pascua. El compuesto fue encontrado en muestras de suelo de dicha isla en 1965. Es segregado por la bacteria Streptomyces hygroscopicus y en un principio se usó como fungicida.
Fuentes y referencias:
Nota de prensa 1.
Artículo original.
Nota de prensa 2.
Artículo original (resumen 1, resumen 2).
Noticia en Nature.
Nota de prensa 3.
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Fuente: neofronteras.com