Comunicación: responsabilidad de todos los científicos
¿Cuál es la responsabilidad del científico frente a la sociedad?
Hasta hace poco, las respuestas a esta pregunta se podían clasificar en dos categorías. La primera, ubicada en una arena tradicional, defendía que el científico sirve mejor a la sociedad simplemente haciendo investigación de alta calidad, pero dejando a otros la tarea de pensar cómo puede ser utilizada.
La otra, en una arena más activista, decía que el científico tiene la responsabilidad moral de discutir públicamente las implicaciones sociales de su investigación, no solamente promoviendo sus beneficios sino también, y más importante aun, advirtiendo sobre sus potenciales peligros.
Quienes están en esta segunda categoría tienden a ser más críticos del establecimiento científico, – por tanto la división parecería motivada políticamente-, y ha obstaculizado los esfuerzos realizados por las comunidades científicas tanto de los países desarrollados como aquellos en vía de desarrollo, para adoptar una posición consensuada sobre el papel que debe desempeñar el científico.
Pero en los últimos diez años, a juzgar por los comentarios públicos realizados por científicos prominentes, está cada vez más cerca un acuerdo sobre la responsabilidad de los científicos frente a asegurar que los resultados de sus investigaciones sean comunicados efectivamente a la sociedad entera, lo que promete cerrar la brecha entre las dos posiciones.
Un nuevo consenso
Este compromiso se refleja en un documento borrador de directrices que puede ser influyente, escrito por el Comité de Libertad y Responsabilidad de la Conducta Científica, del Consejo Internacional para la Ciencia (ICSU por sus siglas en inglés)
Las propuestas se compilaron con la ayuda de los participantes en una reunión llevada a cabo el mes pasado en Bogotá, Colombia, que fue copatrocinada por la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Colombia y la Universidad Nacional.
Una 'nota de recomendación' del comité está circulando para sus comentarios entre las organizaciones que forman parte del ICSU. Describe tanto las oportunidades como las amenazas para comunicar efectivamente la ciencia contemporánea usando los medios electrónicos, y subraya un reto: ¿cómo informar sobre las complejidades y las incertidumbres?
Hace énfasis en la necesidad que tiene el público de entender mejor cómo se produce la ciencia, incluyendo la importancia del proceso de evaluación por pares y propone que la capacitación en comunicación debe ser un componente clave en la educación científica.
Estas propuestas en borrador sobre cómo puede lograrse una efectiva comunicación sugiere que los científicos necesitan ser realistas al estimar la importancia, las implicaciones y el impacto de la investigación, y deben evitar tanto el alarmismo como la complacencia cuando comenten sobre emergencias públicas.
Finalmente el comité hace énfasis en que la comunicación es un proceso de doble vía: los científicos no deben presentar exclusivamente sus resultados, sino además deben estar preparados para considerar las necesidades y opiniones del público.
El compromiso que se necesita
Asumir la responsabilidad de comunicar la investigación científica no significa que cada uno de los investigadores deba llegar a ser un experto comunicador frente a los medios. Algunos aprenden más fácilmente las técnicas de la comunicación que otros, y esa diferencia debe reconocerse.
Es necesario el compromiso tanto personal como institucional para asegurar que la comunicación responda al interés de ambas partes. Como lo menciona la declaración del ICSU, "la comunidad científica tiene la obligación de apoyar a los medios de comunicación, así como reconocer la independencia de ambas partes".
Para los científicos esto puede significar la superación de sentimientos negativos sobre la interacción con periodistas, incluso cuando están basados legítimamente en malas experiencias. También significa que se deben dar los pasos necesarios para que funcione esa interacción, como por ejemplo aprender a hablar despojado de la jerga científica.
Igualmente importante es que las instituciones científicas se comprometan política y financieramente en el logro de una comunicación efectiva, lo que va desde montar un equipo profesional de comunicaciones, hasta facilitar la relación entre los investigadores y los medios de comunicación, e incluso ofrecer incentivos profesionales para animar a que los científicos comuniquen.
Hacia el futuro
Nada de esto es nuevo para quienes suelen consultar este portal. Nuestra misión principal es estimular una comunicación adecuada entre la comunidad científica, los tomadores de decisión y la sociedad en general, para asegurar la apropiación de los descubrimientos científicos de manera amplia y debidamente informada.
Buscamos hacerlo en parte a través de la exhortación, pero también ofreciendo un buen ejemplo. Una encuesta reciente de los usuarios científicos del portal sugiere que vamos por el camino correcto. La mayoría de quienes respondieron consideran que nuestra cobertura del papel de la ciencia y la tecnología en el desarrollo es más aguda, ingeniosa, accesible y equilibrada comparada con otras fuentes periodísticas consultadas por ellos con regularidad.
Lo que es nuevo en un contexto más amplio, sin embargo, es el aparente deseo de la comunidad científica de reconocer que el estímulo a una comunicación de la ciencia adecuada no es un aderezo voluntario, sino una parte integral de la responsabilidad de los científicos.
Los médicos recién graduados prometen cumplir con el juramento hipocrático, comprometiéndose a actuar buscando lo mejor para sus pacientes. ¿Sería ir demasiado lejos pedirle a los científicos recién egresados hacer un compromiso similar para actuar en el mejor interés de la sociedad? Este es un criterio difícil de predecir o incluso de definir. Y la libertad de la ciencia, al igual que la libertad de expresión de los científicos, debe ser respetada ineluctablemente.
Conseguir de alguna manera el compromiso con la comunicación por parte de los científicos sería un importante paso hacia adelante, como por ejemplo un acuerdo para trabajar siguiendo las recomendaciones esbozadas por el comité del ICSU, y respaldadas por un nivel importante de apoyo institucional.
Esto aseguraría que los tomadores de decisión y la comunidad en general apoyaran o al menos se comprometieran con la empresa científica. El 2011 es un buen momento para hacerlo.
Fuente: David Dickson – scidev.net