El gran viraje
Nunca antes, en la historia reciente, fuimos protagonistas de un momento así. Una situación compleja, que abarca al mundo entero, los gobiernos, las instituciones, las empresas, el sistema económico, político, social, pero fundamentalmente, al individuo y su integridad, como centro de la ecuación.
Y es que hemos visto como el mundo entero estremecido, fatigado, ha ido volcándose a acatar las medidas recomendadas por los organismos internacionales rectores de la salud, en aras de salvaguardar lo primordial, lo esencial, al ser humano, frente a las consecuencias de una nueva pandemia que sigue causando estragos.
Las consecuencias -actuales y futuras- ya se han comenzado a ver, en todos los órdenes. La gran pregunta es cómo están haciendo los diversos sectores, artífices y motores de las economías del mundo, para mantener la continuidad de sus operaciones, lo que a su vez permita garantizar lo que se requiere para frenar, detener, atender, movilizar, alimentar, investigar, probar, suministrar, producir, etc.
Respuestas hay muchas, tantas como la suma de voluntades de quienes buscan procurar, en cuanto sea posible, el gran compendio de propuestas y soluciones -de distinta naturaleza- que conduzcan a lo que los expertos ya han coincidido en identificar como el next normal. Sin duda, un nuevo, nuevo normal en el que las relaciones e interacciones mostrarán una nueva faceta.
Lo que ya está claro es que hay un antes y un después de COVID-19 y que mientras, llegamos al next normal, estamos transitamos una especie de tramos previos, sucesivos, que, de acuerdo a las diversas circunstancias que van apareciendo en el camino, demandan planes y/o acciones que a su vez van mutando con una velocidad que nos deja atónitos. Basta con mirar resoluciones y medidas de tipo e impacto económico, proteccionistas, exenciones, cierres, desincorporaciones, que ya se están tomando en todas las latitudes.
Un mismo barco
La tecnología, su versatilidad y capacidad de adaptación, también ha sido puesta a prueba. Quizá la prueba más desafiante de la historia contemporánea.
Y es que el mundo no es viable en modo desconectado. Ese espacio virtual de aspecto circular en el que caben gobiernos, instituciones, empresas, seres humanos, pero que también supone globalidad, alianzas multilaterales, productos y servicios, está demandando inmediatez, celeridad, disponibilidad, seguridad, gestión remota o en sitio, con unos estándares y unas exigencias nunca vistas. Porque a donde habíamos llegado, es inimaginable renunciar y debemos evitar a toda costa, volver a una versión anterior. Aunque haya muchos temas hoy en discusión tras el golpe económico mundial que esta situación está acarreando.
Ser realistas nos lleva a comprender hoy las innumerables consecuencias frente a la situación actual, pero serlo, también nos debe llevar al debate de las ideas en aras de sobreponernos, avanzar, proponer, viabilizar, reconstruir, impulsar, facilitar, hacer posible.
En el ámbito empresarial, el rediseño de procesos, la reinvención de las propias estructuras e infraestructuras operativas, la redefinición de los canales de servicio, atención y entrega, la funcionalidad de las aplicaciones empresariales, la disponibilidad, pasan a ser materias urgentes a resolver.
Lo que era una aspiración para un año o dos, se convierte hoy en el punto único en la agenda de los tomadores de decisiones. Aquello de invertir tiempo y recursos en trazar rutas y coquetear con la Transformación Digital, es hoy inadmisible, tanto como no saber aprovechar el potencial de la Nube, como base de la organización que será capaz de atravesar el temporal y salir de él.
Definir, diseñar y construir las fortalezas necesarias para operar en el next normal demanda decisiones estratégicas en tiempo real para adecuar el banco, la cadena de retail, el supermercado, la industria, la universidad, al nuevo entorno, en el que la hiperconectividad, la seguridad de los datos, la colaboración, cocreación y disponibilidad son las piezas indispensables. Y es aquí donde la herramienta tecnológica debe mostrar su mejor cara para que las empresas puedan dar respuesta a las necesidades y requerimientos de un nuevo contexto.
Estas habilidades y fortalezas así como la claridad e inteligencia en la definición de los procesos y un recurso humano habilitado, sensibilizado y alineado con un nuevo propósito son la única garantía para llegar a un puerto seguro.
Las empresas costo eficientes, veloces, asertivas y cercanas serán las únicas que puedan responder y transformar los aprendizajes en ventajas para una generación de clientes y/o usuarios altamente sensibilizados y exigentes respecto a los productos y servicios indispensables y necesarios para superar esta crisis sin precedentes y procurarse una ruta hacia la recuperación, la cual también se llevará su tiempo.
Dos aspectos lucen aquí relevantes para quienes dirigen, deciden, gestionan u operan.
En primer lugar, la conciencia, capacidad y velocidad de adaptación al next normal. Y en segundo término, la urgente reinvención frente a un nuevo consumidor, cliente, usuario, cuyos hábitos, necesidades e intereses cambiaron, otra vez, producto de un brusco movimiento de timón, al ser embestidos de forma inesperada.
El mar sigue muy revuelto, sí. Sin embargo, como en todo, hay que aprovechar los momentos y, entre ola y ola sacar lo mejor de sí, de los talentos (que también usuarios, clientes) de la organización, desechar lo que no ha funcionado, no insistir, otorgarse el permiso para innovar, proponer nuevas fórmulas y experiencias.
Es hora de alzar la mirada y saber ver y apoyarse en aquellos aliados que puedan responder con la velocidad y el compromiso que esta marea impone. Si de algo podemos estar seguros es que el mundo superará y seguirá su curso.
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Fuente: Mariam Larrazábal G. (*) – daycohost.com