¿Las Nuevas Tecnologías de la Información son una amenaza para los Derechos Humanos?
Se ha dicho que la explosión de la información y de las tecnologías que la producen y estimulan, especialmente aquellas más avanzadas como las telemáticas (informática aplicada a las telecomunicaciones) está transformando nuestra sociedad y lo hará en lo sucesivo a escala inaudita y planetaria, modificando las relaciones sociales y de producción y condicionando incluso las pautas del comportamiento en la vida cotidiana y aún sus instancias más privadas. Y los hechos dan la razón a estas afirmaciones.
A esta sociedad post-industrial que estamos viendo cambiar por momentos se la ha llamado sociedad tecnológica, sociedad científica, sociedad educativa, sociedad cultural. Todas estas denominaciones son perfectamente válidas, porque reflejan en el fondo manifestaciones-lenguajes diferentes de una misma realidad. Estas sucesivas caracterizaciones, según enfoquemos uno u otro aspecto de la sociedad, van acompañadas siempre del fenómeno cuantitativo y cualitativo de la información, comprendiendo el proceso completo de generación, difusión, aplicación y nueva generación de información.
Podría decirse que al igual que el regadío produjo la más radical de las transformaciones al promover en épocas neolíticas el asentamiento agrícola y el régimen de vida sedentario, en torno a los que se irían desarrollando después sin solución de continuidad todas las civilizaciones que hemos conocido, prácticamente hasta nuestro más reciente pasado, la diseminación y el encauzamiento de esa montaña ingente de informaciones y saberes que aumenta cada día a ritmo exponencial, desencadenaría una estimulación de creatividad y productividad en los "cultivos" económicos, culturales y técnicos de alcance y consecuencias antes inalcanzables.
Reina de Corazones, obra pictórica de R. John Wright (bearlyamemory) |
En este sentido, resulta didáctica la narración, que hace Lewis Carroll en "Alicia en el País de las Maravillas". Alicia y la reina de corazones corren con todas sus fuerzas durante largo rato, hasta perder por completo el aliento. Cuando se detienen, Alicia queda sorprendida al ver que se encuentran en el mismo lugar, y dice: "En mi tierra, si hubiéramos corrido así, habríamos avanzado un buen trecho", y la reina replica: "Tu tierra debe ser muy lenta. Aquí tenemos que correr tan rápidamente como es posible para permanecer en el mismo lugar. Si queremos ir a otro lugar cualquiera, hemos de correr doble de rápido de lo que podemos".
Algo así acontece actualmente. No cabe duda que, a pesar de haberse convertido en un lugar común, el cambio continuo y acelerado de nuestra sociedad es progresivo y lo va a ser más gracias a las nuevas tecnologías y sobre todo a los nuevos ordenadores. Pensemos que en el período 1985-87 y sobre expectativas firmes, se produjo y se difundió cien veces más información que cinco años antes; se multiplicó por 50 respecto a la década de los 70. En lo que esto entraña de renovación social en general, cinco años actuales valen como cincuenta del siglo anterior, como doscientos del siglo dieciocho, y valdrán como uno en el año 2010. Y lo que antes se verificaba en cien años, después se ha realizado en veinticinco, posteriormente en cinco, en dos, en uno, ….. Magistralmente Margaret Mead ha plasmado esta dialéctica de la inevitable sustitución de los patrones y modelos de comportamiento: "Nadie vivirá toda su vida en el mundo que nació, y nadie morirá en el mundo en que trabajó en su madurez".
No obstante, este fenómeno, imparable en muchos aspectos, presenta numerosas vertientes conflictivas y ambiguas, en mayor medida naturalmente en que afecta a sus vertientes humanas y esencialmente culturales. Se ha llegado a afirmar que esta informatización progresiva de la sociedad amenaza con constituir la actuación libre y responsable del hombre en la creación de riqueza y de cultura, por una fuerza tecnológica ciega que desde el anonimato de complejas organizaciones transnacionales domine las conciencias y las economías de los pueblos.
Es preciso, antes que acopiar datos técnicos y cuantitativos, en torno a estas formulaciones ciertamente cargadas de "milenarismo", profundizar en las dimensiones antropológicas, psicológicas y pedagógicas interdependientes, como componentes esenciales del hecho cultural y de sus raíces humanistas, por considerar que la conducta y la cultura, si bien fuertemente mediatizadas por los agentes externos, nunca pueden reducirse ni asimilarse a ellos. Así, frente a ese determinismo reducionista que caracteriza a buena parte de los planteamientos que se ocupan de los efectos de la tecnología en la sucesión de las civilizaciones y culturas, hay que abordar las relaciones de estas tecnologías de la información desde una perspectiva profundamente enraizada en la libertad creadora del espíritu humano, y respetando rigurosamente los postulados de esas ciencias de la cultura.
De forma que aceptando los fuertes condicionamientos que esta superior tecnología del control y de la comunicación impone a la sociedad, unidos a no menos presiones económicas y de consumo características del post-industrialismo, se trate esta sistemática informatización desde el superior ángulo de la vida humana y por ende a los derechos humanos y de sus capacidades creadoras, intentando actualizar el sentido y el significado permanentes que unen tecnología y progreso cultural, con particular relevancia a esta tecnología de tecnologías que genera esa información creciente. Y aquí es donde entra en juego lo que se ha venido llamando la "brecha digital". ¿Quién vigila al vigilante? ¿Se pueden controlar la instrumentalización de las nuevas tecnologías para que no lesionen los bienes de las personas? Como podemos fácilmente imaginar, este fenómeno de la información creciente y de los cambios de vida incluso profundos que se operan ya dentro de una misma generación, tiene hondas y trascendentales consecuencias culturales. En la actualidad si queremos llevar a cabo su rigurosa comprensión tendremos que pasar necesariamente por la previa asimilación de ese otro fenómeno de la tecnología.
Leopoldo Seijas Candelas es profesor titular de la Universidad San Pablo-CEU.
Fuente: Leopoldo Seijas Candelas – documentalistas.org