Educación

¿Es necesario y bueno el castigo para la educación de los niños?

Educar no es una tarea fácil y además nadie nos enseña a ello, únicamente tenemos la referencia de cómo nos educaron nuestros padres a nosotros. 
En muchos casos eso se traduce en imponer castigos a los niños cuando no se portan bien, incluyendo en algunos casos hasta bofetadas o cachetes. 
Pero, ¿El castigo es imprescindible para la educación de los niños?¿Si no les castigamos serán unos niños irrespetuosos y malcriados? ¿Hay otras alternativas al castigo?


¿Qué es el castigo?

El castigo es un método educativo que utiliza las consecuencias aversivas para intentar eliminar conductas no deseadas. El castigo puede ir desde eliminar una actividad que al niño le gusta como ir al parque o ver la televisión, como hacer algo que le resulte negativo como ponerle contra la pared o incluso pegarle.

¿El castigo ayuda al aprendizaje?

Cuando utilizamos el castigo para conseguir eliminar una conducta negativa es porque nos centramos en una única pregunta: ¿Qué quiero que haga o no realice el niño? Y vemos que el castigo es eficaz para reducir esos comportamientos negativos que tiene nuestro hijo y muchas veces es la única herramienta que conocemos para conseguirlo.

Pero si continuamos nuestra reflexión y nos hacemos la siguiente pregunta ¿Qué razones quiero que tenga el niño para hacer lo que le pido? nos daremos cuenta que el castigo únicamente proporciona una razón para no realizar una conducta el miedo a ser castigado.

¿De verdad queremos que la única razón que tenga el niño para comportarse bien es evitar un castigo? ¿Es bueno que los niños obedezcan ciegamente a los adultos sin importar lo que hay detrás?. El «porque lo digo yo» enseña a los niños que hay que obedecer a los adultos sin cuestionárselo, nuestros hijos serán así carne de cañón de adultos con malas intenciones que quieran abusar o aprovecharse de ellos.

Además el castigo sólo dice que es lo que el pequeño no tiene que hacer pero no enseña conductas alternativas adecuadas, ni da una explicación de por qué esas conductas se deben evitar.

¿El castigo tiene efectos secundarios no deseados?

El castigo tiene muchos efectos secundarios no deseados:

– Disminuye la autoestima del niño

– Aumenta la hostilidad y agresividad.

– Tiende a hacer que el niño eche la culpa de lo que ha pasado al castigador y no a uno mismo. «Es el profesor el que me tiene manía, mi madre no me entiende,…»

– Fomenta un modelo de conducta basado en la solucionar los problemas a través de conductas sancionadoras. Si al niño se le pega, él hará lo mismo con los demás,o si se le riñe, o retira la atención él lo hará cuando tenga un problema con otra persona y no conocerá otras alternativas a la hora de resolver conflictos como pueden ser la negociación, el uso de la empatía, la escucha activa, etc.

– Además el clima familiar se deteriora. Los adultos tampoco nos sentimos bien castigando y si lo hacemos es porque pensamos que es lo mejor para ellos; al castigar tanto el niño como el adulto se sienten mal y la relación se resiente.

¿Qué alternativas hay al castigo?

– La primera alternativa y fundamental es mostrarle al niño un modelo de conducta adecuado.  Los niños hacen lo que ven, si no queremos que griten nosotros tampoco lo debemos de hacer, si queremos que resuelvan sus conflictos hablando no podemos tirarnos los trastos a la cabeza con nuestra pareja cuando discutamos. En definitiva, la mejor enseñanza que le podemos prestar a nuestros hijos es nuestro propio comportamiento.

– Enseñarle conductas alternativas adecuadas. Cuando el niño grita,o se pelea con su hermano,… es porque quiere conseguir un determinado objetivo con ello. Habrá por tanto, que pensar que es lo qué quiere el niño (o mejor hablarlo con él) y enseñarle conductas alternativas que le ayuden a conseguirlo. Por ejemplo lo que puede hacer en un conflicto con su hermano u otro niño, como realizar peticiones correctamente u otras habilidades sociales, etc.

– Mejorar el clima comunicativo y afectivo con el niño. El tener una adecuada comunicación con los niños y enseñarle a como manejar sus emociones prevendrá que realice conductas inadecuadas.

– Proporcionarle alternativas de elección. El favorecer la toma de decisiones del niño previene las conductas indeseadas. Por ejemplo, nos tenemos que ir del parque y el niño no se quiere marchar ¿Qué podemos hacer? Darle alternativas de elección ¿Qué prefieres: jugar otros cinco minutos y nos vamos o nos marchamos ahora y cuando lleguemos a casa hacemos un puzzle que te encanta?

– Informarle de por qué no queremos que realice esa conducta. Al niño se le deben dar siempre explicaciones de nuestros motivos a la hora de que no realice determinadas acciones y asegurarnos de que lo haya entendido a través de preguntas.

– Llegar a acuerdos con el niño sobre las normas de la casa y las consecuencias de nuestras conductas. Es bueno incluir a los niños en el establecimiento de normas, ya que si son partícipes es más fácil que las cumplan y esas normas deben ser de obligado cumplimiento para todos, incluidos los padres.

El castigo como último recurso 

Por todo lo que hemos comentado el castigo, debería ser nuestro último recurso a utilizar y si lo hacemos debería cumplir unas determinadas condiciones:

– Los niños tienen derecho como personas que son a un trato digno y libre de abuso, por lo que nunca se deben utilizar castigos físicos o degradantes, por otro lado éstos deben ser proporcionados y justos. La ley ampara los derechos del niño y pena el uso de los castigos físicos y degradantes en los niños. Los niños no son personas de segundo grado y por ser sus padres no tenemos derecho a todo, se merecen un trato respetuoso al igual que el resto de seres humanos.

– El niño debe tener información previa de las consecuencias de su conducta. No vale que le pongamos el primer castigo que se nos ocurra, si no que las consecuencias de cada acto se han debido de pactar previamente en las normas de funcionamiento de la casa. Si no está pactado de ante mano no se debe castigar al niño, ya que éste no tenía por qué saber que esa conducta no era adecuada, además el castigo dependerá de nuestro estado de ánimo de ese momento y quizá ya no sea tan justo y proporcionado.

– Utilizar preferentemente consecuencias naturales a las conductas. Por ejemplo si el niño desordena su cuarto, no puede jugar a otra cosa, ni bajar al parque hasta que lo ordene; si tarda mucho en comer pierde su tiempo de tele, si pinta su mesa lo tendrá que limpiar él,etc.

Puede notar que son muchas las alternativas que se pueden utilizar y los resultados en la mejora en el clima familiar harán que valga la pena.
 
(*) Elena Ordax es psicóloga y diplomada en logopedia. Madre de dos niñas preciosas y muy despiertas con las que disfruta cada minuto de su tiempo libre. 

Fuente: Elena Ordax (*) – cometelasopa.com

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