Resulta que el aspartame engorda ¿Entonces?
De vez en cuando se publicaban resultados que indicaban que el tomar bebida endulzadas con edulcorantes artificiales produce obesidad e incluso problemas relacionados con la misma como la diabetes.
Esto era un tanto paradójico, pues se toman ese tipo de bebidas precisamente para evitar consumir muchas calorías.
Los edulcorantes no tienen calorías, pero son 20.000 veces más dulces que el propio azúcar. Se añaden a multitud de bebidas y postres. Incluso se recomienda su consumo en pacientes con diabetes.
Ahora se publica un estudio que parece explicar esa paradoja. El efecto se debería en concreto al aspartamo, un edulcorante muy utilizado en bebidas cero y bajas en calorías. Experimentos con ratones indican que el aspartamo se descompone en el tracto digestivo y podría alterar los procesos normales que destruyen las toxinas que generan las bacterias que hay allí gracias a la enzima fosfatasa alcalina intestinal. Sin las limitaciones naturales, las toxinas se irían acumulando, lo que provocaría una inflamación que al final generaría una enfermedad crónica.
Según sostiene Richard Hodin (Massachusetts General Hospital, Boston), el aspartamo no sólo no ayudaría a mantener a la gente delgada, sino que los mecanismos provocados por él producirían obesidad, enfermedades cardiacas, diabetes y síndrome metabólico.
Hay mucha fosfatasa alcalina intestinal (IAP en sus siglas en inglés) en nuestro tracto digestivo, lo que nos ayuda en nuestra simbiosis con las bacterias que viven allí, pues nos protege de sus subproductos al neutralizar los polisacáridos que ellas generan.
El equipo de investigadores de Hodin comprobó que cuando se añadía IAP a bebidas con aspartamo se producía una interrupción de la actividad de la misma, cosa que no ocurría con las bebidas azucaradas. Cuando depositaron aspartamo en algunos segmentos del intestino de los ratones, comprobaron que ahí, y sólo ahí, los niveles de IAP caían en un 50%.
Además, realizaron experimentos con ratones bajo una dieta rica en grasas durante 18 semanas. Al grupo de control no se le administró nada más, pero al otro se le proporcionó aspartamo. Comprobaron que los segundos tenían una mayor ganancia de peso comparados con los del grupo de control. Encima, los ratones aspartamizados tenían un mayor nivel de azúcar en sangre que los otros, lo que es el primer síntoma de diabetes.
No parece que Hodin y su equipo hayan encontrado, de momento, que este efecto sobre la IAP se dé con otros edulcorantes.
Otros grupos de investigadores, como el de Eran Elinav (Instituto Weizmann para la Ciencia de Israel) también ha encontrado pruebas de que los edulcorantes artificiales pueden cambiar el equilibrio y función de la flora bacteriana de nuestro intestino, lo que puede dar lugar a problemas con el control de la glucosa.
Si unimos todo esto al hecho de que el aspartamo también está asociado a mayores niveles de inflamación en ratones, puede que este compuesto químico no sea tan inocuo para las personas como se cree. Algunos científicos creen que se está acumulando un gran conjunto de pruebas que relacionan el consumo de estos edulcorantes con el aumento de peso.
Obviamente, puede que este resultado ahora publicado al final no se pudiera aplicar a seres humanos. Se necesitarán hacer más ensayos y con personas para comprobarlo. Si al final se confirmara quizás se podría proporcionar una terapia basada en un suplemento de IAP para aliviar este tipo de enfermedades. Ya en 2013 se comprobó que la administración de IAP mejoraba los síntomas de ratones con síndrome metabólico.
Fuentes y referencias:
Artículo original: http://dx.doi.org/10.1139/apnm-2016-0346
Foto: Vox Efx / Flickr.
Fuente: neofronteras.com