De noche, todos los gatos son pardos
Casi todo el mundo conoce este famoso dicho y su significado: La oscuridad nos oculta la belleza o las imperfecciones de aquello que contemplamos. Sin embargo, pocos saben por qué nuestros ojos pueden llevarnos más de un disgusto por fiarnos de ellos en plena oscuridad.
En cuanto a los órganos de los sentidos se refiere, el ser humano sale bien parado en el reino animal, pero no demasiado. No tenemos el poderoso sentido del olfato de los perros, ni la vista de un águila y tampoco el oído de las belugas. Poseemos unos sentidos con una capacidad superior a la media pero con unas imperfecciones más que presentes.
En el tema que nos ocupa, la vista, ya vimos anteriormente que todos tenemos un punto ciego del cual no somos conscientes. Siempre tendremos una pequeña zona en cada ojo en la que no podremos ver nada. Una imperfección que no existe en animales que podríamos considerar menos "desarrollados" como los calamares, por ejemplo.
Pero las imperfecciones de la vista que vienen "de serie" en el ser humano no terminan con el punto ciego. Si nuestra visión durante el día no es precisamente para tirar cohetes, cuando la oscuridad hace acto de presencia, este sentido se vuelve bastante penoso: Somos incapaces de distinguir los colores. De ahí el famoso dicho "De noche, todos los gatos son pardos". En ausencia de luz, las cualidades estéticas de aquello que vemos se nos escapan en su mayoría y terminamos viendo todo en una escala de grises.
El fenómeno no es baladí, puesto que tiene su influencia en ciertas situaciones de la vida. Por ejemplo, cualquier estafador sabe que la mejor oportunidad de colar algo viejo como nuevo es durante la noche. También son muy cotidianas para muchas personas las "sorpresas"en el despertar con un ligue de la noche anterior y descubrir que éste no era, lamentablemente, como lo recordaba. Y es que, dejando a un lado el efecto "estilizador" del alcohol, una buena ausencia de luz puede ayudar mucho a aquellos hombres y mujeres menos favorecidos físicamente. Que las discotecas y pubs suelan ser lugares más bien poco iluminados no es algo que ocurra por casualidad. Además de ofrecer un espacio más "íntimo", la oscuridad es la aliada de las imperfecciones.
Toda esta incapacidad de no poder distinguir los colores cuando no hay luz o ésta es muy débil se la debemos a nuestra retina. La retina se encuentra en la parte trasera e interna del globo ocular. Está formado por una serie de células diversas y receptores nerviosos de luz a partir de los cuales se codifica la señal luminosa y se transmite, mediante impulsos nerviosos, hasta el cerebro para terminar dando lo que nosotros llamamos "vista". Hay básicamente dos tipos de receptores: Los conos y los bastones. Los nombres de cada tipo de receptores se deben a la forma que poseen, pero no sólo se distinguen en cuanto a su aspecto sino también en su función y cantidad.
Los conos son los que aportan color a nuestra vida (y nunca mejor dicho) gracias a ellos podemos ver los colores. Sin embargo, tienen un pequeño gran inconveniente, sólo nos permiten ver los colores a partir de cierta intensidad lumínica. Dicho de otra forma, sin la suficiente luz no podemos captar los colores porque estos receptores no funcionan, sólo podemos ver en escalas de grises. ¿Y por qué sólo en grises? Porque los bastones, el otro tipo de receptor de la retina, responden mejor ante un mínimo estímulo de luz y nos permiten ver tonos entre el blanco y el negro (oséase en escala de grises). Además de esto, también hay que tener en cuenta la gran diferencia de cantidad de ambos receptores: Mientras que tenemos una cantidad bastante grande de bastones (más de cien millones), tan sólo tenemos entre 3 y 7 millones de conos. Sin embargo, el "rendimiento" funcional de los conos, aún en menor cantidad, es mayor con respecto a los bastones.
De lo dicho anteriormente se pueden deducir varias cosas: Nuestra visión funciona muy bien para el día aunque es capaz de "defenderse" (hasta cierto punto y en escala de grises) durante la noche. Animales exclusivamente nocturnos tendrán casi exclusivamente bastones (puesto que los conos no podrán estimularse en ausencia de luz) y los exclusivamente diurnos tendrán casi exclusivamente conos (puesto que los bastones se "saturan" ante la intensidad lumínica del día). El ser humano se encontraría en un lugar casi intermedio con cierta preferencia hacia la visión diurna.
Además, también hay algunas estructuras oculares que permiten ver bien en la oscuridad sin que sean necesarios una cantidad enorme de receptores. Los perros y los gatos, por ejemplo, tienen una estructura llamada tapetum que les permiten reflejar la luz en la retina (de ahí los puntos brillantes de sus ojos por la noche) y así aprovecharla mejor.
Así que, recuerda, cuando creas que van colarte gato (pardo) por liebre en una noche, piénsatelo mucho antes de fiarte de tus ojos.
Fuente: Esther Sampher (SHORA) – soitu.es