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Parálisis fiscal de Washington desata el miedo en los mercados

La parálisis fiscal que sufre Washington está produciendo ondas de choque en varios países porque el probable incumplimiento de su deuda desencadenaría serios problemas mundiales que socavarían la débil recuperación económica.

Si el presidente Obama y el Congreso no logran un rápido acuerdo para elevar el techo de la deuda dentro de los próximos diez días, el mundo corre el riesgo de sumergirse en una nueva crisis financiera. Algo comienza a verse con las tibias caídas bursátiles de los últimos días, pero que son caídas muy tibias dado que el mundo de Wall Street está desconectado de Washington y de la economía real. Se confirma que el sistema financiero ha perdido sus conexiones con la economía real y de ahí que hoy se descubra el chantaje de esa banca quebrada cuando amenazó con hundir al planeta si no era rescataba.

La banca es indiferente a lo que ocurra con el cierre fiscal dado que mes a mes recibe 85.000 millones de dólares de la Fed que le permiten limpiar sus balances de la basura tóxica que, a cinco años de la crisis, siguen complicando sus balances. Y como la Fed ha indexado esa entrega de dinero al tema del empleo, a la banca le conviene que exista desempleo. Esto demuestra la total incongruencia del sistema: mientras hay miles de millones de dólares para la banca nada hay para la economía real que le ayude a recuperar dinamismo. Y es la economía real la que genera empleo dado que la banca vive desde 2008 una creciente disminución de sus nóminas de empleados. De proseguir la negativa del Congreso, el impacto golpeará a la economía real y las bolsas mundiales sufrirán una nueva ruptura en sus mecanismos de inversión con un dólar devaluándose a gran velocidad.

La última vez que la economía de Estados Unidos sufrió una parálisis fiscal fue en 1995, bajo el gobierno de Bill Clinton. Claro que aquellos tiempos eran muy diferentes a los actuales y Estados Unidos mostraba un crecimiento sólido y reducciones constantes en el desempleo. Además no existía ningún atisbo de crisis mundial. Tiempos muy diferentes a los actuales donde la recesión ha golpeado con fuerza a Europa, Estados Unidos y todos los países emergentes. Por eso que ante la débil y frágil recuperación que experimenta la economía mundial, una situación de impago por parte de Estados unidos puede convertirse en el detonante de una nueva crisis global.

Estados Unidos ha cumplido su octavo día de parálisis fiscal y la prioridad ahora es desbloquear el techo de la deuda, que se acerca a gran velocidad. El Tesoro no tiene dinero para pagar los 12 mil millones de dólares de las prestaciones de la Seguridad Social que vencen el 23 de octubre, y los 6 mil millones de dólares en intereses que vencen a fin de mes.

Cada día de cierre fiscal arroja una pérdida de 300 millones de dólares y dos semanas consecutivas de parálisis tendrán un impacto significativo en el PIB del país.

A medida que la crisis se extiende, el precio del dólar cae a sus niveles más bajo desde el 1 de enero, mermando los activos de los países tenedores de reservas en dólares. Esto indica el fuerte cambio de tendencia si tomamos en cuenta que el dólar había logrado su nivel más alto desde 2010, impulsado por la esperanza de una recuperación económica y el cebado ajuste monetario de la Fed.
La debilidad actual del dólar ha sido orquestada a gran escala por los planes de flexibilización cuantitativa de la Fedy se han amplificado con la parálisis del gobierno y los 800 mil funcionarios que permanecen sin sueldo.

Estos temas concentran desde hoy la atención del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, cuyos líderes han llegado a Washington con la administración del país anfitrión paralizada. En esta cita, Estados Unidos será el centro de la atención dada la previsible retirada de los planes de estímulo por parte de la Reserva Federal por los dañinos efectos desatados por el «dinero fácil» para la banca. Entre otros efectos perversos de este dinero barato está la ampliación de los desequilibrios financieros, que significó importantes entradas de flujos en los países emergentes y hoy, ante el cierre de estos planes, sufren el retiro de esos flujos.

Los vaivenes de las economía emergentes y su continuo descenso en sus productos son resultado de los planes de la Fed. El FMI también busca alertar a Estados Unidos de que si no logra aumentar su límite de endeudamiento no sólo dañará su propia economía sino también la del resto del mundo.

Fuente: Marco A. Moreno – elblogsalmon.com

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