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«Yo no estoy loca», el stand up comedy del grupo Petra de Colombia, propone observancia más allá de aplausos
Una propuesta de stand up comedy, del grupo Petra Teatro de Colombia, obvia en parte el compromiso con el espectador y olvida que la gente con la risa es exigente.
Por: Julio C. Alcubilla B./ Récord Report Internacional en THP/ Cultura/ Artes Escènicas
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Esta pieza teatral del teatro Petra de Colombia, del reconocido dramaturgo y director Fabiano Rubiano, llevada a la escena por la actriz Marcela Valencia, precedida de críticas amables y generosas que me anteceden. Invitan a considerar como primer elemento evaluativo, que es una propuesta avalada por quienes consideran que está acuñada en la tradición humorística fácil, ligada a los chistes estereotipos, en la que nos reímos de los demás con esa risa expontánea, alejada de la interpretación y que de alguna manera declina el hecho, de que este ejercicio del comediante, ha de ser revisado en profundidad, para alcanzar el éxito deseado.
Rubiano en su texto plantea transformaciones no sólo en los tiempos en los que se cuenta la historia, sino en sus abordajes o puntos de vista, pasando de primera a tercera persona. La actriz Valencia por su parte, se compromete con una decena de personajes, aunque la historia reposa en el personaje central de Cielo, cansada de los estereotipos, injusticias y reglas de convivencia.
El monólogo humorístico o stand up comedy ha de `partir del objetivo de ironizar la actualidad, y a su vez ser cápsulas de información que penetran en el meollo de la vida, creencias y actitudes.
Surgido de los medios televisivos, estas "comedias de pie estadounidenses" suponen el tratamiento de textos buenos, no repetitivos, dirigidos a una audiencia cercana. A la que se les presentan los asuntos de la vida cotidiana del monologuísta, el cual asume el papel individual que encarna el colectivo.
Es decir un rol genérico que considera en el humor un mecanismo constructivo esencial, en el que el monologuista debe atender o responder eficazmente, al modo de cómo se cumple el principio pragmático de cooperación con el espectador o público.
Se ha de observar por otro lado la disposición estructural compuesta a partir de hilvanar las varias secuencias que se suceden. Asumiendo en este trabajo un gran riesgo en lo que respecta al diálogo, hecho que no tomó en consideración la actriz Marce Valencia, me refiero al diálogo y sus formas de inclusión dinámica con el espectador.
Me permito recordar igualmente a Isenberg en lo referente a la dicotomía del monólogo/diálogo y a la obligada planificación de las secuencias textuales, dirigidas a una audiencia pública colectiva. Constituyendo así prácticas discursivas orales, eventos comunicativos básicamente monogestionados, en los que la persona que habla o monologuista, no debe obviar este ejercicio, obligándolo a de ser interactivo. Porque es absolutamente importante la reacción del público, de esa audiencia por otra parte, forzada a ser cautiva.
Estamos ante el hecho escénico en el que el texto basado en esas supuestas experiencias vividas colmadas de anécdotas o peripecias, se va degradando en comentarios que deben buscar la respuesta expontánea del espectador. El cual ha de ser totalmente conquistado a través de risas o comentarios.
Marce Valencia no consideró en su propuesta de manera eficaz al espectador, vi en esta función muchas caras sin expresión, llenas probablemente de interrogantes. Posiblemente por otro lado, su espectáculo se decantó por una serie de disertaciones sobre el tema de la pareja y la infedilidad y otras trilladas realidades. Agotando al espectador luego de transcurridos los primeros cuarenta y cinco minutos de la escena y la obra dura una hora veinte minutos aproximadamente. Sin embargo no se puede obviar ese esfuerzo por lograr mantener al espectador rompiendo la cuarta pared, con diálogos jocosos destinados a risas inmediatas por parte del público.
En otro sentido, esa disertación sobre las numerosas cuestiones que merecieron la atención del autor, como pretexto de cierta teatralidad del personaje, debe por igual caer en la lectura clara del espectador como objetivo. El cual ha de percibir transiciones claras en el arco interpretativo de la comediante.
La agilidad del cambio del tema, la fluidez del transitar de los asuntos, pudo haber sido un camino. Igualmente no se puede obviar o olvidar que si se elige en un monólogo humorístico, a la ironía como vector discursivo, esta debe producir una intensificación en las relaciones entre los interlocutores o espectadores. Estrechando o procurando estrechar la vinculación del texto y el destinario del mismo, sin necesidad de que el mensaje sea reiterativo en su atmósfera interpretativa, como lo apreciamos en este montaje.
"La emoción dominante al leer ironías estables, ha de ser un encuentro, un hallazgo y una comunión con espíritus afines". Por ello lo irónico ha de tener un receptor o espectador más dinámico o comprometido, más activo a la hora de interpretar el mensaje. Considerando por otro lado que el discurso declamado sin transiciones claras, sin emoción, llega a ser un discurso somnífero y olvidado rápidamente.
Ciertamente esta comediante muestra completo dominio y seguridad en el espacio escénico, pero cabría igualmente analizar, si de pronto no se equivocó en el tiempo o duración de la obra. En esa reiterada orquestación de sus tiempos vocales, sin espacios reflexivos, en esa manera altiva, hasta cierto punto desafiante. En el saber manejar los argumentos, tanto lo de favor como en contra.
Manejar muy bien el contenido no sólo implica un ejercicio de memoria o de perfección declamativa, sino interioriorizarlo de tal manera, que el público hable de ello.
Asistí a este espectáculo con las premisas de una crítica en positivo, un público colombiano satisfecho, un colectivo teatral que es un referente en Colombia y un director el cual valoro, en toda su dimensión creativa, que por igual es un referente del teatro contemporáneo de Colombia. Por otro lado el reconocido trabajo de una actriz, comediante de amplia trayectoria. Perseguía la originalidad del texto y de un estilo, quizás este fue mi error, demandar una lectura aspirando el éxito.
Probablemente la línea de humor del espectáculo no es del todo sorpresiva y el tema me resultó demasiado usado. Ese conjunto de líneas de humor, que arman el cuerpo lógico de la propuesta, para ser mostrada al público como interpretación total. Cuenta la historia de una mujer que entra en su casa y encuentra a su esposo acostado con otra. Los amantes se sorprenden porque la esposa no hace nada, no hace escándalo, al contrario, como traía el mercado para una cena sorpresa a su esposo, los invita a cenar, a ambos, esposo y su amante…ambos concluyen "está loca".
Una dramaturgia que le impone a la comediante lo que demanda en su génesis, cuando fue creado el stand up comedy en estados unidos a finales del siglo XIX. Como esos monólogos humorísticos de personalidades como Mark Twain y el vodevil, o la comedia frívola y picante basada en equívocos, eran parte de la oferta de entretenimiento nocturno.
La comediante ha de tener la capacidad de observación, la habilidad de transmitir jocosamente su crítica de la realidad, de no repetirse y de manejar sus tiempos y arquitectura vocal con precisión. Y si el espectador no se identifica del todo con la propuesta o se cansa del planteamiento, pierde éxito.
Sin dejar de observar finalmente lo que el comediante colombiano Diego Camargo destaca: "En este negocio la gente es muy exigente con el tema de la risa, tienes que garantizar una carcajada por minuto".
Fuente: Julio C. Alcubilla B./ Récord Report Internacional (THP)/Cultura/ Artes Escènicas