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Obra de teatro Terrenal de Mauricio Kartum, Argentina (primera entrega)

Abordar ésta crítica supone un profundo ejercicio investigativo, para poder aproximarnos a un contexto decididamente disparador de elogios, revisiones y profundidad en el hecho teatral. Comprometiéndome con la revisión por igual, de lo vivido en la función del Festival de Teatro de Caracas 2015, y en el análisis  de una serie de declaraciones que el propio Kartum nos da a conocer, para descubrirnos un montaje de excepcional factura.

Por: Julio C. Alcubilla B.
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A modo de Sinopsis
El mito de Caín como personaje ideológico es tomado en cuenta por Kartum, sin apartarlo de algunas interpretaciones en las cuáles su posición bíblica se lleva a un plano terrenal, identificando en este personaje al progenitor del dinero, los presupuestos, la economía y las medidas. Dentro del libro bíblico, en el que de alguna manera pierde su inocencia natural, para insertarse en la sociedad que conocemos y mantener así su relación con lo terreno.

Caín se propone habitar a la tierra tomando en cuenta el sentido de propiedad o pertenencia, proponiendo ese concepto de medir o evaluar, aunque esto lo conduciría a ser parte del derrotero de la ambición,  la cual induce al poder y de alguna manera este poder es el precursor del destino trágico para la humanidad.

Kartum en este montaje revisa otros elementos y en especial plasma su visión de la condena que Dios hace a Caín, con relación al temblor y su condición de ser errante. Si revisamos la Biblia, reconoceremos que  Caín vive su vida construyendo ciudades amuralladas las cuáles tienen como destino, proteger aquello que consiguió a partir de su ambición, y darle un sentido a su invención del dinero  y las medidas,  obligando a los suyos a vivir dentro de esos muros para protegerse.

Esta paradoja en la que  Caín aparece como el creador del concepto trágico de propiedad y también su víctima, le resultó a Kartum interesante para un texto dramatúrgico, penetrante y oferente al mismo tiempo. Dios (El Tatita), se ha retirado del mundo durante veinte largos años,  tiempo en el cual, Caín, en una parcela construye una casa y se dedica al cultivo del pimiento morrón o pimentón (Venezuela). Esta actividad le permite un enriquecimiento continuo de su patrimonio. Por el contrario, su hermano Abel, suerte de vagabundo, que duerme donde lo sorprende la noche y que se dedica a vender carnada: ese alimento para pescar peces está hecho de larvas, que se forman a partir de los huevos del escarabajo, al que Caín considera una verdadera plaga y Abel admira por su potencia de torito.

A partir de aquí se desenvuelve la historia, mostrando el enfrentamiento de dos hermanos, en el que uno repite sin cesar el contenido de las sagradas escrituras y el otro dice haber olvidado lo que le indicó el progenitor. Porque el olvidar… es  parte de poner en acción las palabras y volverlas hechos. De pronto llega Dios (Tatita), envestido con atuendos gauchos, pleno de acentos costumbristas,  resplandeciente hedonismo y amigo de los disfrutes; inmerso en sus signos existencialistas, en los que la música más que la letra, lo caracterizan. Porque con la música bailan todos y la letra puede ser apropiación indebida de unos pocos, para guiar y condicionar el modo de comportarse en el mundo. De alguna manera, esto nos induce a una interpretación inteligente de lo que se puede concebir como la actualización del mito de Caín y Abel, el cual se trae al presente, no exento de algunos pecados originales.

Intentando ser más preciso en los análisis pudiésemos estar ante la presencia por igual, de la propia raíz bíblica, la cual nos aproxima a la raza humana, y a ese  absorber una conducta en la que se pone de manifiesto lo que el hombre considera importante construir como modelo de coexistencia, su relación con la naturaleza, que lo llevará hacia el abismo que es hoy la sociedad contemporánea. Se propone por igual en el subtexto, que estamos haciendo los seres humanos con el medio ambiente,  y el tratamiento irracional  que le estamos dando a nuestros recursos naturales. Eso que consideramos conquista, que está poniendo en riesgo la vida de millones de personas,  que a diario  se ven sometidas a las privaciones propias de una injusticia sobre la correcta distribución de tales recursos. Destacándose aquellos guetos de nuestra sociedad, que se erigen como "dueños" de los bienes más elementales de nuestra subsistencia. 

Kartum, es capaz de ofrecernos una profundidad pocas veces vista, plena de contenidos y revisiones, en la que se nos destacan distintas direcciones evaluativas.  El autor nos sumerge en magia y mirada introspectiva con sus palabras,  colocándonos a cada uno en un juego de connotaciones inesperadas, y hasta cierto punto asfixiantes en nuestras reflexiones. Una suerte de metáforas segmentadas en porciones interpretativas, nos inducen a un contacto con la escena, gestado a partir de la imaginación del espectador y de ráfagas como fuegos debeladores de conciencia. Los cuáles son mitigados a través de la risa espontánea, catapulta o recurso de las adormecidas capas que suelen formar parte de la identidad religiosa ortodoxa, la revisión de la  existencia, el quehacer cotidiano o la corresponsabilidad del espectador, como parte de la tierra.

Esta obra nos invita a esa fiesta para transformarnos y reconocer nuestros antagonismos en lo individual como aporte de lo colectivo. Un maratón de sensaciones extraordinarias que nos conectan a su vez con un varieté de sabiduría aristotélica, cuyo texto dramatúrgico logra en su estructura ser tan acertado como sorpresivo. En las últimas estribaciones de su poética dramatúrgica, el autor repasa las interminables miserias que aquejan al ser humano, el hombre que se ha estigmatizado a la tierra y a sus semejantes. Surgiendo como análisis retorico, la mujer, "ese misterio que nunca podrá dominar". Esta suerte de alegato brechtiano, nos permite reconocer que podemos reírnos de todo aquello de lo que somos o creemos ser, pero que también debe ocurrir un momento, un espacio para la reflexión, acerca de nuestra responsabilidades sobre nosotros mismos y los demás, sobre el espacio que habitamos, lo que "robamos del equilibrio natural" y lo que legamos a la tierra.

La escena
Sin duda alguna que un texto dramatúrgico de este tenor, quedaría acéfalo en el valor de una representación teatral, si no tuviese el acierto de un peso fundamental entre el elenco y la producción del mismo. Tres actores: Da Passano (Abel), Martínez Bel (Caín) y Rissi (Tatita), logran un trabajo de excepcional factura, no solo por el talento que los estructura, sino por la trascendencia de su temple escénico y esa propuesta interpretativa que se nos ofrece como una oda más allá del compromiso. Sería injusto no reconocer la magistralidad de éste trio, como por igual es injusto no coincidir con otros colegas de éstas artes, que el trabajo de  Rissi se hace imborrable en la memoria. La dirección logra ser tan acertada como convincente, los tres actores llenan el escenario a través de sus cuerpos, el poético texto e interpretaciones,  sin fisuras. Claudio Da Passano, nos permite reconocer en su máscara teatral a un Abel melancólico, pensativo, hasta cierto punto cuestionador, inquisidor, reflexivo. Claudio Martínez Bel, nos muestra a un Caín, intolerante, efervescente, intenso, asfixiante, mordaz, primitivo y Claudio Rissi, es Tatita, en su actuación nos permite lograr una lectura de lo absurdo, dentro de una estética encantadora y costumbrista.  Es el personaje del cierre, el del lujo, el de los valores trastocados, el que pone de manifiesto que todo se difunde en el aire.

Esta pieza teatral de Argentina, plena de  existencialismos humanos, más allá del color local de ciertos vocablos, nos permite trascender del momento histórico, para comprometernos como espectadores a un análisis de sus objetivos más fundamentales… hacer teatro es desarrollar inquietudes…. Es probable que nuestra primera lectura nos acerque a una revisión densa de su tránsito como espectáculo, o nos puede resultar filosófica, costumbrista, o regionalista. Sin embargo la propuesta de Kartum, nos permite a través del humor permanente en cada escena, en cada frase del texto, estar despiertos como espectadores, pues hemos de recordar o tener un mínimo de conocimiento cultural, para no quedar ajenos a la trascendencia de cada chiste.  Y brindarnos la posibilidad como público, de conectarnos con el hecho teatral, en su máxima expresión. Entendiendo que con ello le damos vida al cuerpo de la humanidad entera, a nuestra historia, densidad, paralelismo, y existencialismo concebido a partir de nuestra religión o filosofía, o simple profundidad de nuestra existencia.

Surgen interrogantes, de otros críticos que como un servidor, tratan de acércanos a descifrar, el alcance de éste montaje….¿Tener o ser? ¿Trabajar y acumular o disfrutar del ocio? ¿Pensar, soñar o seguir trabajando para evitar pensar y soñar y así darse cuenta de que todo puede ser diferente? ¿Vivir libres o vivir con culpa? ¿Quién dice cómo hay que vivir, qué es lo que hay que hacer? ¿Por qué el ser humano le tiene tanto miedo a la libertad, a la nada, al vacío y al que vive de manera diferente? ¿Por qué necesita reglas tan claras y rígidas que lo ordenen y le cuesta tanto evolucionar? ¿Cuál es la justa medida de las cosas? ¿Por qué nos cuesta tanto ser felices? ¿Qué es lo que nos impide ser felices? ¿Por qué somos cómo somos? ¿Por qué nos cuesta tanto entender? ¿Por qué unos entienden una cosa y otros, otra? Respuestas que de seguro se encontrarán en 90 minutos de una escena inolvidable.

La escenografía y puesta en escena
La austeridad del marco escenográfico, lo magnifico de su concepción derruida, el vestuario, la semiótica teatral, es muestra de un trabajo investigativo y proyección artística, que ameritó de seguro grandes esfuerzos.   Luces y sombras, el emplazado entre dos telones que se nos ofrecen a medio abrir, lo cual sugiere la presencia de otras cosas tras bambalinas, construye una lectura en consonancia o armonía,  dentro de un contexto  en el que se despoja de grandes o 'pretendidas resoluciones, para comprometerse  con el énfasis del marco para el valor  de la palabra y de la interpretación.

Premios y Reconocimientos
Premio Luisa Vehil
Premio Mejor Dramaturgia a Mauricio Kartun / Nominación Mejor Dirección a Mauricio Kartun / Nominación Mejor Actor Protagónico Claudio Rissi
Premios Teatro del Mundo
Dramaturgia, Mauricio Kartun / Actor Protagónico: Claudio Rissi – Trabajos destacados:…
Premio María Guerrero
Mejor Autor Argentino: Mauricio Kartun
Nominado:
Mejor Dirección: Mauricio Kartun
Premio Florencio Sánchez
Autor Argentino Mauricio Kartun
Nominados:
Actor Protagónico: Claudio Rissi
Premios Trinidad Guevara
Nominados:
Premio de la Crítica al mejor libro argentino de la creación literaria 2014. 41ra. Feria Internacional del Libro de Buenos Aires.
Espectáculo Invitado al Argentino de Artes Escénicas, Santa Fe, 2014.
Espectáculo seleccionado para representar al país en la Feria del Libro de Guadalajara 2014.
Espectáculo invitado al IV Festival de Teatro de Caracas 2015. Su elenco fue designado "Visitante Ilustre"de esa ciudad.

Ficha técnico Artística
Autoría:
Mauricio Kartun
Actúan:
Claudio Da Passano, Claudio Martinez Bel, Claudio Rissi
Vestuario:
Gabriela A. Fernández
Escenografía:
Gabriela A. Fernández
Iluminación:
Leandra Rodríguez
Diseño sonoro:

Eliana Liuni
Fotografía:
Malena Figo
Asistencia de escenografía:
María Laura Voskian
Asistencia de dirección:

Alan Darling
Prensa:
Daniel Franco, Paula Simkin
Dirección:

Mauricio Kartun

En próximas entregas, entrevistas con creadores de la escena

Fuente: Julio C. Alcubilla B.-
Artes Escénicas.- TEATRO

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