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«Lilith y sus hijos» una propuesta escénica que evidencia lo que la sociedad desea ocultar

En primer lugar antes de analizar el hecho teatral de esta pieza, considero importante destacar que en Venezuela debemos profundizar en el valor del apoyo y sus consecuentes reflexiones, del producto de los nuevos creadores de la escena, intentando desconstruir sus piezas teatrales, dentro del justo objetivo y dimensión escénica. Alejándonos de las lecturas pacatas o aquellas que provienen de esa censura previa, gestada por nuestras realidades morales, visiones particulares de comportamiento social, sexual o incluso educativo y de conocimiento, observando a profundidad el trabajo de quienes junto a nosotros integramos esta sociedad.

Por: Julio César Alcubilla Bonnet/Récord Report Internacional/ Artes Escénicas
Análisis Crítico del Hecho Teatral

Censurar una pieza teatral a priori, por el simple hecho de estar inmersa en una temática LGBT, más que ser una opinión, se convierte en una miopía si no se expone el análisis íntimo de la propuesta, desde el punto de vista en el que se juzgue la teatralidad y el hecho escénico en todo su poder.

Este ha sido el caso de Lillith y sus hijos, que dirige Cristina Colmenares, bajo el texto de Yatzury Colmenares. 

Análisis Crítico del Hecho Teatral
Estamos frente a un montaje que roza al teatro postmoderno y al mismo tiempo expresionista, en su visión de integración de varios géneros artísticos, concibiendo una propuesta en la que la interpretación no busca la forma tradicional, sino que se acerca al sentido alegórico, profundizando en signos en la escena.

Los cuáles se nos muestran con significados tanto retóricos como emanados de la cinésica, o aquel lenguaje corporal fundamentado en el significado expresivo, apelativo o comunicativo de los movimientos corporales y de los gestos no depurados en su oralidad, los que apelan a una percepción visual, auditiva  y paralingüística.
 
Por otro lado, la dramaturga Yatzury Colmenares nos presenta al personaje de Lilith quien, en textos apócrifos, es la primera mujer creada por Dios. Un rol que encarna la mujer en su sensualidad más primitiva y sórdida, reflejando la verdadera naturaleza sensitiva de la especie. Sin embargo Litith y sus hijos, en el texto dramático, es una simple excusa para mostrar o develar, ante la sociedad, la realidad hasta cierto punto opresiva, en la que se desarrollan cuatro personajes que representan a su vez, cuatro estereotipos de la comunidad LGBT.

Un travesti  "Leo"que desde su universo masculino, encarna un personaje femenino, como mueca decadente del arte que asume representar en la escena, llevado a cabo por Kevin James. Un transexual en proceso de reasignación sexual, cuya identidad emocional destaca por ese equilibrio objeto de rozar el amor y la libertad, representado por Edisson Mata. Un homosexual confeso en la escena, cuya verdad masculina de macho alfa, sorprende a través del argumento y representación semántica, llevado a cabo por René Dal Farra,  y un travesti bisexual prostituido, cuya realidad no teme a la censura imponiendo su arrojo, bajo la responsabilidad de Carlos Campo.  Junto a Cristina Colmenares como Lilith. 


Para Lilith la diversidad es natural, de tal modo que se pasea mostrando a sus "hijos", todos miembros de aquello etiquetado como comunidad LGTB, intentando hacer reflexionar al público sobre sus creencias, prejuicios y niveles de tolerancia y aceptación los demás.

Cristina Colmenares se nos presenta como directora y actriz, en ese ejercicio comprometido de la interprete que ha de cruzar entre roles exigentes, para encarar un tema que en una sociedad aún no evolucionada del todo, evidencia a través de esta pieza, hasta qué punto puede estar dispuesta a confrontar sus antagonismos morales, obviando el poder del hecho escénico, en cuanto a la teatralidad que propone  y efectividad que lo sustenta.

El montaje nos lleva a ese teatro óptico, destacado por un dispositivo escénico, altamente poderoso, en el que convergen los símbolos cromáticos, escenográficos, unidos a la luz  y musicalidad, la cual despierta en la escena cierta incomodidad al hacerse tan protagónica, en su contemporaneidad latina. Por momentos injustificada entre el son cubano, presentado luego de haber apreciado los cantos gregorianos, de los primeros momentos escénicos. 



Sin embargo alrededor de la trama, logramos comprender que su meta- mensaje, es catapulta para  la gestualización de la palabra y el proceso del dramaturgismo dentro de la escena.

Cristina Colmenares se atreve, a asomar  una propuesta incluso crítica cargada de  reflexiones teóricas sobre la religión y los hechos deformados que a veces la sustentan.  Invitando al proceso de deconstrucción en el público, que lo ha de llevar a ese camino de interacción con diversos códigos e intertextos espectaculares, en una muestra de teatro dinámico.  

En su carnavalización sígnica, en el intento de una continua celebración representacional: el teatro intenta celebrarse como espectáculo. Partiendo del hecho de un elenco comprometido, orgánico, por momento visceral. Lo que nos hace por otro lado comprender, en cuanto al trabajo de dirección de actores, un gran esfuerzo, si consideramos que estamos en presencia de actores en su mayoría nóveles, con fuerza y temperamento para lograr trascender en la escena,proceso a proceso. 

Esta es una pieza que amerita o requiere actores con una educación en diversas ramas del arte. 

La palabra, el texto, nos lleva a cierta lectura de ambigüedad, discontinuidad, heterogeneidad, pluralismo, subversión, perversión, deformación. Llegando a ser antimimético y se resiste a la interpretación. 

Se trata de un  proceso en el que a través de cuatro monólogos fundamentales, se nos presenta el performance como instrumento escénico, en el que cada actor y la actriz, han de transformarse en el tema y personaje principal. 

Alcanzando este colectivo, el 80%  de su objetivo, al considerar su trabajo interpretativo, sobre la base de meditación, gestualidad, ritmo, sonido, y silencios. 

En muchos momentos, responiendo a la estética del teatro postmoderno, sus acciones son instintivas, llegando a lo grotesco. Buscando el camino, en el que se evocan los  significantes como significados, partiendo del texto y del gesto.
Rozando incluso el antiguo teatro griego mistérico,  o esa  búsqueda  de mostrar las esencias o afán mistérico, como el recurso que nos conecta a una conciencia superior  logrando la transmutación de ciertos factores, como el Tiempo. Sin embargo esto unido a la intención de mostrar en "LIlith y sus hijos" ese arañar psicológico e intelectual, que plantea la presentación, más emocional, social, participativa y muestra  de situaciones y vi-vencias. 

En fin un nuevo expresionismo, en el que el teatro posmoderno, si lo aceptamos como formulación en esta propuesta, es un nuevo realismo, un espectáculo en evolución y consolidación, altamente eficaz y sólida. 
"Lilith y sus hijos" viernes y sábados a las siete de la noche y los domingos a las seis de la tarde en el teatro San Martín. Una coproducción del Teatro San Martín

Fuente: Julio C. Alcubilla B./ Récord Report Internacional/ Artes Escénicas/ Anñalisis Crítico del Hecho Teatral

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