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Final de Partida, entrega teatral del colectivo Ubriaco de Ecuador o el arte del unipersonal descarnado

Una propuesta que lleva al dramaturgo Samuel Bekett, a la escena del Festival Internacional de Teatro Ccs2018, a través de un unipersonal potente, desencarnado y acelerador de conciencias.

Por: Julio C. Alcubilla B./ Récord Report Internacional THP/ Cultura/ 
Artes Escénicas/ Análisis Crítico del Hecho Teatral

Antes de entrar en algunas consideraciones referente al montaje, o el anáisis crítico del hecho teatral, se me hace propicio tomar lo que el dramaturgo Samuel Beckett desarrolla para su propuesta original. Analizando a primera vista que estamos frente a una obra metateatral, que aborda el problema de género y se examinan a su vez cuatro aspectos: la teoría de Martin Esslin sobre el Teatro del Absurdo, la interpretación de Theodor Adorno como drama de la descomposición, la lectura de Christoph Menke como una tragedia de la representación y la propuesta de Lionel Abel sobre el metateatro. 

Ahora bien, ¿Cual es la propuesta presentada por Víctor Acevedo, autor de la versión, actor, dramaturgo, monologuista y director del colectivo teatral Ubrìaco? 

Análisis Crítico del Hecho Teatral

Su propuesta a partir de un unipersonal, considera la reinterpretación dramatúrgica, al trasladar al segundo personaje Clov, al pùblico o espectadores. Aaptando la fábula básica del personaje solo. 

Esta soledad descrita con una dramaturgia de post-guerra, de la segunda guerra mundial, en la que Beckett se consagra un poco como el padre de lo absurdo, intenta delimitar a la persona en su esencia. Esto es rescatado en la puesta para alcanzar ese desarrollo dramatúrgico, en esta adaptación, la mayoría del texto se respetó, por el preciosismo que este tiene, y por el otro lado, por la concepción de Bekett según la cual se coloca al ser humano en un recinto de soledad, para compartir otras soledades.

Volviendo a Abel, este profundiza en las dimensiones paradigmáticas y la noción de juego representacional como drama autorreflexivo, partiendo del protagonísmo del lenguaje como soporte dramático.Por su parte  Martin Esslin, publica en 1961 la obra "Teatro del absurdo" la cual pretende caracterizar o darle valor a las piezas  dramáticas de Samuel Beckett, Eugène Ionesco, Arthur Adamov y Jean Genet, 

Esslin,  asegura a través de su obra literaria, que los factores que permiten trascender o cohesionan esta actitud vital del teatro contemporáneo son: "la ruptura con la tradición decimonónica del drama europeo y la oposición a un teatro existencialista o de situaciones en el abandono de las convenciones dramáticas y el razonamiento lógico discursivo, para privilegiar un 'teatro' que explora las potencialidades escénicas y del lenguaje, traduciendo así la angustia metafísica y la irracionalidad de la condición humana en 'imágenes". 

"La importancia que cobra la desintegración de la acción y del lenguaje a través del diálogo dramático, constituyen para Esslin los dos elementos nucleares que en su relación de 'contrapunto' hacen de Fin de partida una pieza del teatro del absurdo. La obra en su autorreflexividad devuelve el predominio del texto al teatro, dotando a la palabra de una carga y sentido dramáticos.

La pieza se muestra como el juego rutinario entre dos personajes, el ciego y paralítico Hamm y su sirviente Clov al interior de un refugio, el home, que parece ser el último reducto de vida tras una aparente catástrofe que ha acabado con el ciclo natural: el sol, las mareas, la germinación.

Recluidos en un espacio reducido y acompañados por los progenitores de Hamm, Nagg y Nell, ancianos mutilados de piernas confinados en dos tachos de basura, el acontecer se reduce a hacer pasar el tiempo hablando. La probable partida de Clov se convierte en el único "tema" que matiza un diálogo intrascendente e incesante. 

Al estar este actor sólo en la escena, ser a su vez el director y dramaturguista, según declaraciones previas, tuvo la estrategia o visión de preparar sus personajes, a partir  de un trabajo laboral con personas que tienen discapacidad psiquiátrica. Observando que más allá de las patologías, las manifestaciones de la conducta psiquiátrica, es uno de los elementos más importantes percibidos en su propuesta escénica. 

El hacedor de este espectáculo, Víctor Acevedo, partiendo de las sobreconductas que de alguna manera se evidencian, o desarrollan en la función, reflejan al ser humano en su complejidad interior. 

Se ha hecho común en diversos montajes, que cuando se aborda un tema psiquiátrico se hace desde el punto de vista médico o biológico, no así desde el abordaje ecuménico o ambiental. Dejando de considerar que lo que Beckett abordó en su momento, esa concepción ambiental del proceso de post-guerra  en Europa. De la no comunicación, de la descontinuación del lenguaje, de la complejidad de las relaciones, de la dependencia de las relaciones, del ser social, de los seres individuales aislados en el universo sensitivo, de los segregados de si mismo. 

Obviamente esta concepción de la guerra y de la post-guerra, desarrolla en la escena una mirada por igual al hoy. Lo que vive la humanidad en su contrato de aniquilación. 

Este Director se basa para su eje interpretativo, en la investigación  de la técnica de la memoria física del actor, acuñada por Guillermo Heras. Parte de su propuesta asoma la desconstrucción del personaje para comprender cómo entender la memoria. No desde su memoria intelectual, sino de su memoria histórica y social y esto ser trasladado a la partitura física. 

A través de una puesta en escena casi desnuda, en la que destacamos una silla de ruedas, un cenital, y el elenco: cuarenta y cinco minutos, comprometen al espectador en una propuesta tenaz. En la que el público intenta con esa vorágine de reflexiones, comprender la pieza, ser íntimo con el montaje. Balanceando sus antagonismos y rozando los vértices de su existencia, tal vez con desagradable acento. 

Un actor parapléjico, que por momentos escénicos se baja, y ha de ser socorrido por el público, para montarlo en la silla de nuevo,  el cual en un número de catorce es parte de la escena. Debelando una dramaturgia tejida desde el concepto del teatro total del proyecto que expusieron Richard Wagner y Otto Brückwald, recordando "Festspielhaus de Bayreuth" en el que se replantea la relación entre actor y espectador que serviría para ilustrar otro postulado, el de la obra de arte total, surgida de la integración de las artes y los medios modernos en la construcción de un nuevo modelo artístico.

Esto aparece muy claro en el texto de Bekett, cuando se propone la dependencia, aludiendo de esta manera que existe un contexto social. El mismo reducido a un padre y una madre: Nagg y Nell, que están dentro de un pipote de basura. Una imagen tan caótica y potente, que infiere en los procesos de incomunicación que existían en esos tiempos  y su conexión con los hechos históricos internacionales. 

Por otro lado se expone en la obra la propuesta de la creación de nuevos públicos en el Ecuador actual. Que se comprometen con la tesis de la dialéctica del espectador. 

El creador de esta propuesta al llevarla a cabo a través de un unipersonal, se plantea incomodar al público, para que salga de esa practica generalizada, que lo convierte en una foca que aplaude. De esa costumbre de sentirse pleno o solo entretenido, como si fuese un formato de cine o televisivo. Ofreciéndole la incomodidad , como catapulta para que reaccione y trabaje para comprender la escena. 

Ciertamente una propuesta exigente para el espectador, que debe conocer su contexto, internarse en la materialidad histórica, en sus implicaciones comunicativas y a la vez herencia de su contexto. 

El contenido de la propuesta destaca por descubrir conceptos de trascendencia: la guerra  como oferta inicial de contrapocisión de fracciones, en una Europa dividida entre ellos mismos, que los lleva a optar por cual frente van a combatir. Escenarios no tan diferentes,de latinoamérica actualmente.

En un segundo abordaje de trascendencia en la puesta, es el que de alguna manera se evidencia al profundizar en la arquitectura de los personajes. Ese autor original, como el padre de lo absurdo, según esa concepción básica de las diferencias generacionales; nos presenta un nuevo concepto de familia, nacida de los despojos de sobrevivientes de post-guerra. Esto sin embargo, de ninguna manera era un hecho de convocatoria, pero alude a esa reconstrucción de la sociedad a partir de los que nos queda o somos. 

Hamm como personaje principal en una silla de ruedas, coloca al espectador a su vez, en una relación de dependencia, con la historia que lo une a sus padres. Esta relación de dependencia necesaria, antolológica, que a la vez demuestra una pérdida de vínculos afectivos, hasta el punto que desea que Clov los haga desaparecer. 

Porque la historia que rodea a sus padres, poco le importa, por igual estos no se cansan de reclamarle al personaje principal, todo lo que es como ser humano. Por otra parte, en la puesta en escena lo que Hamm ha heredado de sus padres, representa el pasado del público. 

Acercándonos ya al final de esta valoración crítica, destaco la discusión de la temporalidad o de la lineadidad, la cual puede llegar a tener lo que reconocemos como la construcción temporal, desde la óptica lógica aristotélica. Por ello concluimos que en esta pieza se da el absurdo, al no describir la linea de acción temporal, sino que rompe las concesiones del tiempo. 

Proponiendo esta circularidad del tiempo se nos lleva a una aproximación espiral que la vida tiene y que al final podríamos resumirla en una concepción más oriental que occidental. Al profundizar en el hecho de que uno en el tiempo retomamos muchas vías. Estamos siempre en presente, no existe la construcción de futuro ni la reconstrucción del pasado. Como se hacía "oda" en este tipo de visión .

Surge así la construcción del no espacio, ubicando a los personajes en cualquier lugar. Esta propuesta teatral finalmente, se enmarca en ese retornar de las piezas teatrales que dicen cosas, que conectan al espectador con esas metáforas que le ayudan a resolver lo cotidiano. 

El teatro como acontecimiento, en ese juego se rescata el concepto de la demiurgia o aquella antigua práctica que tenían los griegos de incomodar al espectador.

El desafío de esta propuesta estuvo fundamentalmente en la honestidad del actor. En cuyo caso Víctor Acevedo permitió que su personaje lo trascendiera, reforzando el vínculo con el teatro.

A pesar de que muchas veces el espectador no le guste ese desarrollo o se sienta alejado de lo empático. Ciertamente esta no es una obra amable o complaciente, pues la misma además trabaja sobre el humor negro. Llegando al espectador a través de una experiencia vivencial, teñida por la honestidad y hostilidad de ese momento. El espectador regresa a su casa a resolver realidades internas, siendo o no atrapado por la escena.

Fuente: Julio C. Alcubilla B. / Récord Report Internacional en THP/ Artes Escénicas/ Análisis Crítico del hecho teatral.-

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