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¿Bienvenidos al cielo? O la exaltación de la marginalidad llevada a la escena
Por: Julio César Alcubilla Bonnet
Para: Récord Report Internacional en THP
¿Es la risa fácil el único objetivo del comediante?, ¿Es el teatro un espacio para exponer la cotidianidad popular, como instrumento comunicacional en el sentir y bailar al son de la degradación más evidente?-. Considerar que hacer teatro actualmente supone un gran reto, un trabajo duro que sólo puede ser realizado por los que están o quieren estar en esta profesión, normalmente por devoción. Porque para hacer teatro y más que todo en nuestro país, significa en muchas ocasiones "no ganar un céntimo", "Y es por ello que la salud de la cultura mide la enfermedad de los pueblos y que además el teatro como reflejo de la sociedad en nuestra época, es poéticamente la expresión, que mejor define nuestra realidad social". ¿Será que vivimos un orden en el que la media ha dejado de ser una síntesis de la realidad actual de Venezuela y el en resto de Latinoamérica.
Pasando a ser el estándar impuesto, que al parecer estamos obligados a acatar?, ¿Pueden los estereotipos de la sociedad escasamente evolucionada: el borracho o adicto, el diablo travestido y representante de un colectivo homosexual que propone ser orilla, ser parte del lupanar y con esto pretender representar al resto de la sociedad LGBT en Venezuela, o el cliché que nos han hecho creer que es el único que existe, de la homosexualidad?, ¿Puede la maldad ser el producto de la decadencia más limitante , reflejo del comportamiento en las barriadas populares en nuestro país, representada por una serpiente, convertirse en el emblema sin contenido de un grupo social dominante?.
Este manojo de interrogantes, me las despertó el montaje llevado a cabo por el grupo Thalia, el pasado Sábado 07 de Septiembre, en la función de las 07:00 p.m., del teatro Premium, de los Naranjos en Caracas.
Considerando que el abordaje crítico del hecho teatral, pretende acercarse fundamentalmente a reflexiones, acerca de cómo vemos al teatro comercial actualmente en nuestro país y que tipo de público está asistiendo a nuestras salas.
Jorge Eine dramaturgo, actor y director, define al actor mediocre como aquel que copia la vida y su práctica común es buscar modelos o estereotipos, en vez de imaginarlos, construirlos y hasta inventarlos.
Quedando registrado en ese posibilismo mediocre, en el que la copia de la vida se hace constante. Dejando inexistente la credibilidad del actor que intente ser original o digno al crear.
Estamos a vuelo rasante sin mayor profundización, frente a una comedia profundamente comercial, gestada a través de un colectivo con escasa o ninguna formación teatral. Dirigidos además para satisfacer taquilla y hacer reír, con la muestra de ese trabajo escénico tan del derrotero como valor artístico, aunque sorprendentemente de alcance en gran parte del público que asistió a esta función.
El cual probablemente habidos de escape, necesitados de hacer catarsis colectiva, aunque el hecho teatral representado sea solo un esfuerzo colmado de intensiones, de un grupo que comienza, pero al que definitivamente se le debe mostrar un camino, en el que ser profesional se dignifique, más allá de ser un instrumento de subsistencia.
Porque en definitiva no se le puede hacer creer a un elenco, que ser actriz o actor, se mide sólo por los ingresos. Ser profesional es hacer bien el trabajo.
La actriz o actor, han de asumir el reto de ejecutar o colocar en escena un personaje, bajo las premisas básicas de un abordaje psicológico, un intelecto que sustente la escena con luminosidad y entrega orgánica, casi visceral.
De conocer su alcance corporal, presencia escénica del personaje y técnicamente estar capacitado.
Esto sin duda alguna, más que un análisis crítico del hecho teatral, parece un abordaje académico, de cómo hacer teatro. Pero insisto, la ética no puede ser olvidada, articulando además lo ético con lo técnico, lo académico y la representación.
Obviar radicalmente ese concepto, y más como lo llevado a cabo en esta comedia ¿Bienvenidos al cielo?, ciertamente contemporánea, muy común en el teatro comercial de Venezuela, en la que se enfoca que lo más importante es el rating, la taquilla, el morbo, dejando a un lado el arte.
Apostando a un teatro mediocre, que supuestamente representa a nuestra sociedad, como un medio de idealización o referencia de lo cotidiano, para un público, que está siendo educado, sobre todo en las últimas generaciones, para ser parte de la involución, de un proceso que más allá de un estigma, olvida la aniquilación de todo un país. Y que se convierta esa mediocridad en un estilo de país, que debe según los conductores de la cultura y la política, navegar en el fango.
Sometiéndose a la interpretación del gusto del actual público, para satisfacer la tendencia del teatro comercial, como la fórmula de mayor valía del entretenimiento.
En "¿Bienvenidos al cielo?, sería un ejercicio inútil, pretender que su texto, a excepción de algunos pasajes de dos o tres personajes, se valore su dimensión. Entendiendo el retrato de ese lenguaje marginal, producto de una sociedad mutilada por el subdesarrollo y la anarquía, colmada de exterminio y aniquilación de valores. Surjan los antivalores, como deidades representativas, de esta práctica escénica.
La cual por momentos nos promueve en contadas escenas y parlamentos, que se acerca a ALGO MÁS. Proponiendo al espectador acuicioso una confusión, emanada del estrecho ligue o mezcla que existe entre los espacios del texto con intención reflexiva, o de contenido con cierta calidad literaria. En concierto con el costumbrismo de una homosexualidad prototípica, acunada en limitaciones sociales más condicionantes. Expuesta con tal carga gestual y de movimientos escénicos. En el que la típica "mariquita" travestida de una barriada popular de nuestro país, destaca en la escena, con acertado trabajo.
¿Será esto realmente el legado, el retrato de una sociedad, que libera, se ríe se conecta, con el estereotipo vendido en los medios de comunicación?. Sin intenciones reformativas de mayor herencia cultural. Seguramente no fue esta la intención del dramaturgo del texto original, el cual desconozco. Esta es la versión de su hijo.
Si usted es un espectador que busca analizar el valor de una puesta en escena , descubrir su estructura literaria, sus aportes estéticos, sus relaciones con la escenificación, los procesos profundos y psicológicos de los personajes, sus relaciones y legado de actores, esta no es la alternativa teatral que recomiendo.
Nos ofrece el grupo Thalia, en la obra ¿Bienvenidos al Paraiso? , una pieza tearal destinada a un tipo de público, el cual acude al teatro para reir, entretenerse entre otras opciones. Que probablemente necesita escaparde la agobiante realidad que nos aqueja, y que además se conecta fácilmente , con las formas más directas y superficiales, de la comedia contemporánea. Me refiero a esa sociedad de risa fácil, que se ve identificada, que se une a teorías del teatro, como una manifestación cultural, que poco importa si ofrece satisfacción estética, representación sólida, estímulo intelectual, además de satisfacción o entretenimiento.
La interpretación o trabajo de actores en este montaje, a nivel general, sería un ejercdicio pretencioso, detenerme en indidividualidades, basadas probablemente en expectativas previas, considerando que este resultado puede acercarnos al absurdo. Si comenzamos a valorar la entonación, el ritmo, la velocidad, la dicción, entre otros elementos. Concluyendo que simplemente se dejó a la deriva, al hecho representativo de intérprtetes nóveles.
No se tomaron en cuenta las variaciones sobre estos aspectos, para darle o legarle a cada personaje valor estético trascendente o significativo. A excepción del trabajo de Ramphis Sierra, en lo referente al encaje de su personaje, su teatralidad, expresión, máscara teatral, etc.
En tal sentido los roles más logrados son el del Diablo llevado a cabo por Ramphis SDierra y el del borracho, llevado a cabo por el productor y actor Tony Moreno. Que nos llevan a un viaje en el que apreciamos con cierta claridad el trabajo del movimiento corporal y la comunicación de algunos signos importantes.
En cuanto al maquillaje, el vestuario, elementos estos que han de proporcionar lecturas por parte del espectador, identificando tiempo, edad, momento histórico, estado de ánimo, esto tampoco fueron considerados, entendiendo que nuestro país, actualmente, producir teatro, conlleva a altos costos de producción.
Los efectos sonoros , partiendo de los signos naturales propios del mismo movimiento de la representación . Escasamente fueron expuestos o destinados con intencionalidad semántica.
Finalmente, ya lo he abordado, pero afirmo, estamos en presencia de una propuesta teatral, llevada a cabo por un colectivo pleno de intenciones, de esfuerzo sin duda, pero al ser ligeramente versado, no alcanzó ese objetivo esperado, en la comedia contemporánea: la intriga, el humor negro, lo oculto, lo mordaz. Presentando un producto que se acerca al acto cultural. Y que además al espectador acucioso, le invita a resumir esta entrega, como un cielo colmado de pueblo, de orilla mediática, de marginalidad lascerante. De juicio sobre Adán y Eva, en una lectura de telenovela latina..
De un elenco que hace lo posible dentro de un espectyáculo que enarbola, la decadencia y las formas menos elevadas de la gran escena, o del teatro comercial bien hecho.
Ficha Técnica
Versión y Dirección-Gregory Maldonado
Productor Ejecutivo- Tony Moreno
Producción Gerneral- Grupo Teatral Thalía
Coreografía y Maquillaje- Enrique Moncayo
El Borracho-Tony Moreno
Adán-Enrique Moncayo
La Angelita-Milagros Many
Serpiente-Alfredo Saavedra
Eva- Génesis Parra
Diablo-Ranphis Sierra
Teatro Premium, Los Naranjos, Caracas, 07:00 p.m
Fuente: Julio C. Alcubilla B./ Récord Report Internacional en THP/ Atyes Escénicas