A Blade Runner 2049 le faltó alma
0. Cuando haces una continuación de un clásico como Blade Runner (además diseñado para no tener secuelas, una obra redonda, completa en sí misma) lo tienes dificilísimo. Si haces lo mismo no aportarás nada, y si haces algo distinto, ya no será Blade Runner y decepcionarás a los puristas. Era muy fácil hacer algo muy malo y, en este sentido, Villeneuve no lo ha hecho mal: ha fabricado su propio Blade Runner con mucho del original pero con mucho también de cuenta propia. Ha equilibrado. Pese a ello, otra cosa es que te guste Villeneuve (a mí no especialmente, pero es cuestión de gustos).
1. La atmósfera: lo mejor que tenía la original era el clima ciberpunk ochentero: la lluvia, los inmensos carteles luminosos, suciedad, desorden, mucha gente, superpoblación, orientalismo por doquier (recordemos que en los ochenta Japón acababa de superar económicamente a Estados Unidos)… clásico universo apocalíptico opresivo y asfixiante que muestra una sociedad decadente dominada por despiadadas multinacionales (por eso la gente la abandona y se va a las colonias, siguiendo aquí fielmente la novela de Dick). Sin embargo, en la Blade Runner de Villeneuve no hay tal atmósfera opresiva: hay cierta limpieza y sobre todo, mucho espacio, mucha amplitud (a veces, casi recuerda a la Gattaca (1997) de Niccol). Y tampoco se ve la monstruosidad arquitectónica de la original (que Syd Mead pudo ver en Metrópolis), en la que la ciudad era un maremagnun de alturas y niveles que no dejaban ver el cielo. El futuro de Villeneuve no es el mismo que el de Scott y a mí me gustaba mucho más el original y pensaba que Villeneuve, con los medios técnicos actuales, podría profundizar en él. A mi pesar no ha sido el caso y a mí, personalmente, la ambientación del canadiense no me dice demasiado.
2. La música: la película original tenía una de las mejores bandas sonoras de la historia del cine por lo que no sé podía hacer mucho más de lo que han hecho: un refrito de la de Vangelis metiendo alguna cosita diferente. No obstante, hay errores: no entiendo por qué a Villeneuve le gusta meter esas estridencias a todo volumen cuando parece que no pega demasiado (igual lo hacía en la Llegada, 2016).
3. La fotografía: me ha pasado algo parecido a cuando vi Prometheus (2012): sí, la fotografía es excelente pero estamos en un momento en el que parece que con una buena fotografía ya justificas todo lo demás (la crítica parece tener orgasmos solo con esto), cuando, realmente es al contrario: la fotografía es otro elemento del lenguaje cinematográfico que tiene que estar al servicio de la película. Para ver solo buenas fotos ya me voy yo a una exposición en una galería. Y aquí es donde el metraje se hace innecesariamente largo: hay planos demasiado extensos que se recrean en la imagen por el mero hecho de recrearse, no porque digan nada más. Hay, digamos, un exceso de preciosismo.
4. El guión: hay historia y hay giros, vale. No está mal. Hay investigación detectivesca (recordemos que estamos en una película de cine negro) que hace avanzar la película. Además, como no podría ser de otra manera, el núcleo de la trama se basa en la duda de si uno es un replicante o no. Sin embargo, deja bastantes flecos… ¿Qué pasa con Wallace? ¿Y con la rebelión? ¿Vamos hacia la trilogía?
5. Me ha gustado mucho como se introducen nuevos temas como la relación emocional con una inteligencia artificial o la realidad aumentada, con el personaje de Joi (esos temas no existían en 1982). El problema es que, al hacerlo, se copia descaradamente, y sin vergüenza alguna, a Her (2013), incluso repitiendo la escena sexual en que se contrata a una chica para dar cuerpo a la intangible IA que, en este caso y al contrario que en Her, quiere ser humana. Y una pequeña cuestión: Joe lleva a Joi en una especie de disco duro externo que le permite proyectar su holograma en cualquier lado (lo llaman emanador), pero que si se destruye, ella desaparece… Vamos a ver: ¿no puede hacerse copia de seguridad? Joi no deja de ser un programa de ordenador… No obstante, Ana de Armas es, probablemente, lo mejor de la película: su particular belleza que la asemeja a una chica anime la hace especialmente idónea para el papel de mujer florero virtual.
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6. También me ha gustado que se toque el tema de la creación e implantación de recuerdos, aunque se hace de un modo muy superficial, al menos visualmente es interesante. El personaje de Carla Juri se hace entrañable en pocos segundos.
7. Ryan Gosling: tiene buena apariencia de blade runner, y acepto que su total inexpresividad quiera representar la falta de afectividad de un replicante, pero eso hace que no empatices ni un segundo con él. Es más, lo bien que asume su miserable vida de ciudadano de segunda (de pellejo) que vive en un apartamentucho, solo con una IA simulando ser su esposa… Lo siento pero si lo hubiesen matado en cualquier parte de la película el espectador no habría sentido ni la más mínima pena (de hecho así ocurre cuando, al final, parece que se deja morir sin ninguna razón mientras ve nevar, en una nueva muestra de lirismo sin demasiado sentido). Igualmente pasa con Joi. Supongo que Villeneuve esperaría que todos nos estremeciéramos por dentro en el momento de su muerte, pero no sucede así. A pesar de que uno entiende su pequeñez y su indefensión, no termina de empatizar, sigue siendo algo plana. Muchos críticos han dicho que a la película no tiene alma, y tienen mucha razón. Todo pasa demasiado tranquilamente, con ese ritmo pausado propio de la original, pero que le quita muchísima intensidad. Y este es el gran problema: no te sobresaltas, no te emocionas, no vibras… Villeneuve, contigo no siento nada.
8. Jared Leto… ¡uffff! Por un lado me parecen demasiado efectistas esos continuos reflejos acuáticos que rodean su entorno piscinero-orientaloide, por no hablar del juego de claroscuros cuando conversa con Deckard. Tampoco ayudan los delirios peudofilosóficos que suelta cuando habla… El personaje queda muy desdibujado y sin desarrollar ¿Por qué está ciego? Y luego su secuaz, la auténtica villana de la película, pues… tampoco. Sylvia Hoeks lo hace bien pero es que a mí que la mala sea una replicante pija diseñada como una psicópata experta en artes marciales… No podemos compararla, ni de lejos, con la presencia ni el carisma de Roy Batty.
9. Robin Wright: bien. Muy correcta como la dura, fría y amargada teniente Joshi, que lucha por mantener el orden a toda costa. Nada que envidiar a su homólogo en la original: Michal Emmet Walsh como Bryant.
10. Momentos lamentables: fundamentalmente tres: el encuentro, y la pelea, entre Joe y Deckard es totalmente ridículo y sin sentido (¿por qué citan La Isla del Tesoro?); la digitalización de Sean Young… ¿por qué? ¡Dios mío! ¿Por qué? ¿Y por qué ese doblaje al castellano? ¿Por qué no habéis intentado, al menos, imitar la voz de Rachael?; y encontrar a Edward James Olmos en un geriátrico… ¿no se les podría haber ocurrido un final mejor para el enigmático agente Gaff?
11. Grandes momentos: la secuencia de la pelea entre Joe y Luv, en plena oscuridad marítima, con planos aéreos incluidos, es muy buena. Tampoco está mal el nacimiento de la replicante a la que Jared Leto ejecuta sin compasión. Mola mucho el spinner de Joe (más que el original de Deckard).
Conclusión: podría haber sido mucho peor, pero, desde luego, no es la obra maestra de la que habla la crítica y no va a pasar a la historia de la sci-fi. Si te gusta Villeneuve, es posible que te encante, pero a los que no nos hace del todo tilín… Creo que ha sido una oportunidad desaprovechada para profundizar más en la obra de Scott. En una conversación de la película se dice que los nacidos tienen alma pero los fabricados no. Esa es la diferencia entre las obras de Scott y Villeneuve: la de Scott tenía alma y la de Villeneuve, es tan solo una replicante.
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Fuente: Santiago Sánchez-Migallón Jiménez – vonneumannmachine.wordpress.com