¿Son los escépticos pesimistas, cínicos y arrogantes?
Un cínico es una persona que duda consistentemente de la bondad y sinceridad de sus congéneres, pensando además que son movidos únicamente por su egoísmo y desdeñándolos por ello. Un escéptico, por otra parte, es una persona que duda de las opiniones aceptadas y demanda evidencia de calidad para poder cambiar su opinión.
Lamentablemente los dos conceptos han quedado entrelazados en la psique de las personas y ha llevado a las confundidas afirmaciones que se leen en la pregunta. La percepción general de los escépticos es que son gruñones, tercos, de mente cerrada, que deben ser evitados a toda costa, terribles personas que deben ser mantenidos en aislamiento en las fiestas y reuniones. Usualmente esto se debe a que los escépticos, como pensadores críticos que son, demandan evidencia para poder aceptar las afirmaciones y, por tanto, usualmente retan a los demás a cuestionar sus creencias más queridas y más profundos anhelos, cosa que nunca es cómoda y siempre es atemorizante.
Un escéptico verdadero no puede ser cínico: el cínico guarda algo de misantropía dentro de sí, lo que lo lleva a despreciar a sus semejantes y a preferir dejarlos a su suerte antes que confrontar su propio cinismo. Nada más distante de la visión del verdadero pensador crítico escéptico: éste se mueve por un profundo deseo de mejorar la vida de quienes le rodean mediante la eliminación de las supersticiones, engaños e ideas sin fundamento que evitan que puedan disfrutar de sus vidas al máximo. Esto demuestra una gran sensibilidad humana por parte del escéptico, lo que lo distancia enormemente del cínico.
Evidentemente, ser escéptico no implica ser cínico: no hay conexión de necesidad entre ambas posiciones. Si bien es cierto que algunos escépticos degeneran en cínicos, esto tiende a suceder cuando la frustración que producen los constantes conflictos con otras personas, el ostracismo y el rechazo a su labor derrotan los mejores deseos del pensador crítico. Contrario a la creencia generalizada, los escépticos no reniegan de sus sentimientos, sino que los convierten en el motor que los lleva a tratar de educar a sus congéneres.
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Fuente: Lic. Jesús Pineda – cienciayleyenda.net