Otras formas de buscar alienígenas
Hay temas que en lugar de ser ciencia rozan la ciencia ficción y que además hay que tratarlos con cuidado so pena de que se interprete como pseudociencia o ufología. El asunto de posibles civilizaciones extraterrestres es uno de ellos.
La revista New Scientist se ha hecho eco en una noticia de una propuesta heterodoxa sobre esta materia, que por diversión y capacidad de generar debate explicamos aquí. Hasta la fecha, todos los resultados son obviamente negativos en el sentido de existencia de posibles civilizaciones, pero, de todos modos, este tipo de temas nos puede ayudar a pensar sobre ciertos temas.
Tradicionalmente la búsqueda de otras civilizaciones se ha hecho a través de programas como SETI, que buscan señales procedentes del espacio exterior, pero tras 50 años de búsqueda no se ha encontrado nada al respecto. Quizás podemos pensar en otras posibilidades.
Imaginemos que una civilización extraterrestre avanzada tecnológicamente hubiera visitado la Tierra hace millones de años, ¿que posibles pruebas, intencionadas o no, quedarían de dicha visita?
Según Paul Davies, de Arizona State University, si tal cosa sucedió podemos buscar pruebas en nuestro propio planeta o incluso en nuestras propias células. Explora estas posibilidades en un artículo reciente.
Los supuestos alienígenas podrían haber dejado hace millones de años algún artefacto que hubiera perdurado hasta nuestros días, sobre todo si esa fuera su intención. Pero algo del estilo de los monolitos de la película de 2001 hace tiempo que se habría erosionado o enterrado, así que no sería un buen candidato.
Residuos de actividad minera podrían durar más tiempo, tanto si es en la Tierra como en la Luna o asteroides y una campaña geológica podría revelarlos.
Otra posibilidad serían los residuos radiactivos. Así por ejemplo, el plutonio 244 tiene una vida de 80 millones de años y se presenta de forma natural sólo en cantidades minúsculas, así que su hallazgo podría ser una prueba de la existencia de tecnología nuclear en el pasado remoto.
Quizás la manera más fácil de dejar el mensaje de «estuvimos aquí» sería codificarlo en el ADN no funcional de las células de ciertos seres. Así se podría haber introducido algún mensaje matemático, como una secuencia de números primos, que difícilmente tendría otra explicación que no fuera la mano de alguna civilización extraterrestre. Pero algunos microbiólogos dudan de la robustez del ADN no codificante para este menester, pues el mensaje sucumbiría a las mutaciones. De todos modos en 1978 un grupo de científicos japoneses exploraron esta posibilidad en el ADN del virus bacteriófago Phi X174 sin que encontraran pruebas de mensaje alguno.
Davies opina que es una buena cosa estar alerta por si aparecen artefactos de origen extraterrestre, en particular en el espacio y en la Tierra. Seth ShostakMovie, del Instituto SETI, está de acuerdo, pero pone el énfasis en el espacio, en donde la erosión no los destruiría.
Según Norman Pace, de University of Colorado, el artículo de Davis es «fundamentalmente basura» («mainly bullshit»). «Tengo fe en que hay un montón de biología allí fuera en el Universo, pero además creo en las limitaciones del viaje implícitas en la velocidad de la luz y en la vastedad del Universo», añade.
Davies admite que su idea es un poco loca pero añade que tiene el beneficio de ser barata. El coste de exploración de los genomas ya secuenciados, dice por ejemplo, costaría muy poco, además de estar ya disponibles libremente en Internet. Aunque las posibilidades de éxito son muy remotas la posible recompensa sería muy grande, añade.
Davies quiere más gente haciendo investigación de tipo SETI, pero en lugar de escuchar solamente posibles señales de radio desea que se haga además este otro tipo de investigación.
Fuente: neofronteras.com