Los biocombustibles: ¿Ecológicos o no?
Supongo que muchos han oído hablar de los biocombustibles y, en concreto, del bioetanol. Se trata de combustibles elaborados a partir de aceites vegetales obtenidos de cultivos. Este tipo de combustibles pueden ser usados en automóviles, y han recibido mucha publicidad, porque en esta aplicación emiten menos CO2 que la gasolina convencional.
De hecho, se diría que todo el mundo está a favor de este nuevo tipo de combustibles:
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Los gobiernos occidentales han visto en ellos la solución para su dependencia del petróleo de Oriente Medio y Venezuela.
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El lobby agrario americano ha visto la solución a la falta de mercado de su maíz.
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Los países en vías de desarrollo como Brasil han visto una nueva salida para su soja y para exportar más a EE.UU.
Respecto a los ecologistas, los de Greenpeace España, se quedaron con los primeros cantos de sirena, y los apoyan, siempre y cuando se obtengan de cultivos no transgénicos (ya saben, los principios son los principios;-P). Los de Greenpeace Argentina, tienen más reservas en cuanto a su apoyo, porque aumentará la deforestación en Brasil y subirá el precio de los alimentos. Y los de Greenpeace de EE.UU. y Brasil, son más críticos, no porque no crean en su efectividad, sino porque consideran que se trata de una distracción para no acometer los cambios necesarios, como el límite de emisiones de CO2 y el aumento obligatorio de la eficiencia en los coches.
Sin embargo, muchas de las razones por las que los ecologistas defienden este tipo de combustibles son sencillamente falsas. Vayamos deshaciendo tópicos por puntos:
El bioetanol reducirá las emisiones de CO2
Nadie discute que los coches que usan bioetanol emiten menos CO2 a la atmósfera, sin embargo, esto no tiene en cuenta la cantidad de CO2 que se emite para poder cultivar el maíz con la que se fabrica el bioetanol.
Ciclo de producción de bioetanol (Imagen: Radio Francia Internacional) |
En este documento hacen una comparativa completa y se obtiene que en los EE.UU. el beneficio respecto a la gasolina es de tan solo el 2%. No solo eso, sino que, si tenemos en cuenta que las emisiones de CO2 de los coches constituyen únicamente el 26% de las totales en EEUU, resulta que incluso si todos los automóviles usaran bioetanol las emisiones totales se reducirían solo un 0.5%. Incluso peor, el mismo documento muestra que si la sustitución se hiciera en China, las emisiones aumentarían un 17% en vez de disminuir.
Los biocombustibles de segunda generación que usan 'switchgrass' como cultivo, obtienen mejores rendimientos, hasta el 44%, pero incluso esto supondría solo un 13% de las emisiones totales de CO2 en EE.UU., y esto se vería compensado con el crecimiento natural de la población. No solo eso, sino que actualmente no existen de forma comercial, y que a efectos prácticos su uso se vería limitado por la cantidad de área de cultivo necesaria, máxime porque la única utilidad de estos cultivos es el combustible.
El bioetanol mejora la calidad del aire
Esto es falso de nuevo. Si bien el bioetanol haría que los niveles de CO2 bajaran en las ciudades, la presencia de gases orgánicos se multiplicaría. Este artículo demuestra que el aumento en los gases orgánicos incrementaría el ozono en las zonas densamente pobladas, multiplicando el riesgo de cáncer.
Por supuesto, la correlación entre el riesgo de cáncer y el ozono, como casi todas las cosas es debatible, pero lo que es evidente es que la calidad del aire no va a mejorar por el uso de bioetanol.
El bioetanol es sostenible
La siguiente imagen muestra las áreas de cultivo que harían falta para que todos los coches de EE.UU. funcionaran con bioetanol. En amarillo el área que haría falta con maíz, y en rojo el área que haría falta con algunos de los cultivos que se usan para obtener la celulosa con la que también se puede producir el bioetanol. Y esta área es solo para EE.UU.
Es evidente, que semejante proporción de tierra de cultivo dedicada únicamente al combustible no es en absoluto sostenible, de manera que este tipo de combustibles no pueden presentarse como tales.
El bioetanol ayudará a los países del tercer mundo como Brasil
No voy a entrar en este texto en un debate sobre la globalización, aunque parece que cada vez hay más gente en América Latina descontenta con ella. Solo diré que el uso de cultivos para combustible aumentará de manera notoria el precio de los alimentos, debido a que será mucho más rentable exportar el maíz usándolo para combustible. No solo eso, sino que cuando se pase a bioetanol de segunda generación, se comenzaran a eliminar cultivos de alimentos, menos rentables, para plantar cultivos dedicados únicamente al combustible.
Estos cambios desde luego no beneficiarán a las capas más bajas de la sociedad, que no tendrán capacidad para adquirir los alimentos.
No solo eso, sino que el incremento de la rentabilidad de estos cultivos extensivos es un incentivo extraordinario para que las empresas continúen la deforestación del Amazonas en busca de aumentar las tierras de cultivo.
Aunque todo lo anterior fuera cierto y el bioetanol tuviera poca o ninguna ventaja sobre la gasolina, tampoco es peor que esta, y diversifica las fuentes de energía
Este último argumento sería cierto (salvando el incremento de los precios de los alimentos) si el bioetanol de primera y segunda generación fuera una tecnología madura que ya existiera comercialmente y no requiriera importantes inversiones.
Sin embargo, no es así. La investigación de los biocombustibles sigue siendo un tema muy activo, y, gracias a la publicidad que ha recibido, cuenta con mucho apoyo político. Todos esos fondos de investigación se están desviando de soluciones realmente sostenibles y que pueden aportar soluciones reales, como el uso de coches eléctricos, la energía solar o la eólica.
Y no solo se trata de dinero público, si continua el apoyo a este tipo de soluciones, las empresas y usuarios deberán cambiar sus sistemas de transporte por otros que utilicen este tipo de combustibles que como ya he dicho no solucionan nada.
Por tanto, es necesario difundir la idea de que este tipo de combustibles no aporta ninguna solución (robusta y sostenible) al calentamiento global, y que es necesario apostar por soluciones realmente verdes, y realmente sostenibles.
Podéis encontrar más información aquí.
Encuentre más del mismo autor en pamoga.blogspot.com. Artículo amparado con Licencia Creative Commons.
Nota del editor
El artículo anterior nos motivó a buscar mejor cuales son las posiciones de investigadores reconocidos sobre la materia. Encontramos a un número importante de personalidades del mundo político sustentando las bondades del bioetanol y otros bio combustibles, aunque algunas no con tanta convicción. Por otro lado, en el mundo de las ciencias especializadas en la ecología, la agricultura, la biología, etc., el asunto es mucho menos favorable para el campo de los defensores de los combustibles a partir de cultivos.
A continuación reproducimos una de las posiciones más equilibradas sobre el tema, usando como referencia a Hartmut Michel, Premio Nobel de Química, gracias a Alberto Soldevilla de aitri.blogspot.com.
Hartmut Michel: Con los biocombustibles no se ahorran emisiones de CO2
Hartmut Michel recibió el premio Nobel de Química en 1988, conjuntamente con Johann Deisenhofer y Robert Huber, por determinar con detalle el funcionamiento de la fotosíntesis en una bacteria -la reacción más importante del mundo, según el jurado-.
Recientemente, se ha publicado una entrevista en la que el científico sostiene que los biocombustibles no son una buena opción para combatir el cambio climático: no ahorran emisiones de CO2 y promueven la deforestación de la Amazonia.
A primera vista, el uso de combustibles como el biodiesel y el bioetanol parece una buena opción, sin embargo. Desde un punto de vista energético, la fuente de energía última es la luz solar, que a través de la fotosíntesis permite obtener sustancias orgánicas. Por tanto, se trata de una energía abundante y disponible para todos. Por otro lado, desde el punto de vista de las emisiones de CO2, la cantidad emitida al quemar estos biocombustibles se compensaría con el CO2 fijado por las plantas durante su crecimiento. Dicho de otro modo, al dejar de quemar combustibles fósiles (que no dejan de ser restos vegetales, principalmente, que fijaron CO2 y almacenaron energía química hace millones de años) para quemar sólo restos vegetales «actuales», que se renovarían año tras año, se podría mantener tanto el ciclo energético como el del CO2 y alcanzar la sostenibilidad.
Sin embargo, la realidad no es tan sencilla. Tal y como Michel apunta, «al menos el 50% de toda la energía contenida en el biogás o en el biocombustible procede de fuentes fósiles: para producir algunos biocombustibles, como el etanol, hace falta invertir mucha energía en forma de fertilizante, de transporte… Y también en el destilado del alcohol. Lo que obtienes al fermentar el vegetal es algo como el vino, con un 10% de alcohol, y hay que convertirlo en alcohol 100%. Para eso hay que invertir casi tanta energía como la que hay en el etanol. Y si obtienes esa energía de combustibles fósiles, acabas emitiendo más CO2 de lo que emitirías simplemente usando gasolina en el coche.»
Además de las emisiones implícitas de carbono fósil en forma de CO2, Hartmut Michel señala otro problema: «la eficiencia global de la fotosíntesis es muy baja. Menos del uno por ciento de la energía solar se almacena en forma de biomasa, y no hay muchas posibilidades de mejorar eso. El biocombustible que se puede producir por unidad de superficie y año contiene menos del 0,4% de la energía solar que ha recibido esa superficie en el mismo tiempo. En comparación, las células fotovoltaicas son entre 50 y 100 veces más eficientes en lo que respecta a convertir la energía solar en eléctrica, y necesitan de mucho menos suelo. Los cultivos energéticos son una manera muy poco eficiente de usar el suelo. […] Puestos a cultivar, el mayor ahorro lo obtendríamos usando la madera para calefacción, en vez de petróleo o gas natural.»
Sin embargo, Michel admite que producir biocombustibles es más barato energéticamente en algunos países que en otros. «Si el biocombustible se produce a partir de la caña de azúcar en los países en que este cultivo crece como si fuera hierba, sin fertilizante, como Brasil, sí puede ser un proceso rentable. En Brasil se exprime la caña y los restos de la planta se usan para destilar el alcohol. Pero en Europa, con trigo o remolacha, no es rentable.»
En resumen, parece ser que los biocombustibles pueden ser una ayuda, pero sólo temporal y en lugares y situaciones muy concretas. No parece que pueda solucionar realmente el problema energético y de las emisiones de gases invernadero y, en muchos casos, más parece una estrategia de marketing más, aprovechando la sensibilidad creciente de la sociedad hacia el calentamiento global de nuestro planeta.
Encuentre más del mismo autor en aitri.blogspot.com. Artículo amparado con Licencia Creative Commons Reconocimiento 2.5.
Fuente: Pablo Moreno Galbis – pamoga.blogspot.com