El gato y el trigo
Recientes estudios genéticos apoyan la idea de que el gato fue domesticado antes de lo que creíamos y que pudo jugar un papel decisivo en el desarrollo de la civilización
¿Qué tienen en común el gato y el trigo? Poco. Pero la historia de la vida-y de la humanidad-da unas vueltas extrañas. Tanto que, al final, resulta que ambos nos han ayudado a crear la civilización.
El estudio
Empecemos por el principio, por el estudio genético. Este salió publicado en el número de Science del 29 de junio de 2007. El director del mismo es Carlos Driscoll, doctorando de la Universidad de Oxford, aunque realizó su estudio, con 979 gatos, en el Laboratorio de Diversidad Genética de Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos, en Frederick, Maryland (U.S. National Cancer Institute's Laboratory of Genomic Diversity, in Frederick, Md).
Lo que hacen en ese laboratorio con relación a los gatos puede verse aquí.
El abstract del artículo, con todos los autores, puede verse aquí.
Y un buen resumen periodístico puede verse en la revista Forbes.
El equipo de Driscoll utilizó DNA recogido de gatos de todo el mundo. La idea era comparar los genomas de los domésticos con los salvajes, ver cuáles eran los más perecidos, y determinar de cuáles procedían y cuando ocurrió la domesticación.
Las conclusiones, en palabras de Driscoll, son que «La domesticación de los gatos se completó hace 3 600 años, aunque el proceso comenzó mucho antes… Probablemente comenzó hace 12 000 años».
Para los arqueólogos es tremendamente difícil saber si un gato era doméstico o salvaje. Las diferencias son mínimas y no se ven en los huesos. Se han encontrado momias de gatos en tumbas egipcias lo que hace pensar que eran domésticos, pero poco más.
Sin embargo, el estudio del genoma nos cuenta una historia mucho más precisa.
El equipo comparó los genomas de 979 gatos domésticos encontrados por todo el mundo y los compararon con los gatos auténticamente salvajes que quedan: Felis silvestris silvestris en Europe; Felis s. lybica en África y Cercano Oriente; Felis s. ornata en Asia Central; Felis s. cafra del desierto del Sahara, y Felis s. bieti del desierto Chino.
El resultado, según Driscoll, es que «todos los gatos [domésticos] están relacionados, y vienen del mismo sitios, del Cercano Oriente y probablemente los gatos domésticos actuales proceden del gato salvaje nativo de esas áreas: Felis silvestris lybica.
En el estudio fueron más lejos y también analizaron los genomas de los gatos silvestres y descubrieron que todos procedían de una antecesor común y que empezaron a diversificarse hace 100 000 años, mucho antes de lo que se pensaba. El antecesor común es el Felis silvestris.
El trigo
El trigo salvaje, del que procede nuestro trigo doméstico, crece libremente en el sureste de Turquía, en Karacadag, entre el Eufrates y el Tigris. Parece ser que el trigo original era el Triticum monococcum.
El de la derecha, el chiquitín, es el monococcum
No parece difícil pensar que los cazadores-recolectores se dieran cuenta de que las semillas de Triticum monococcum al caer al suelo en épocas adecuadas daba origen a la planta del trigo. Una vez que esto ocurrió, el que poco a poco fueran interviniendo cada vez más en su «cuidado», con lo que se llega a la agricultura, no parece improbable.
Uno de los primeros cuidados a los que sometieron al trigo fue eliminar las malas hierbas. Lo que ellos querían era trigo, no otra cosa, por tanto, las «otras cosas» las eliminaban.
Al eliminar las malas hierbas, el trigo se encontró compitiendo consigo mismo por conseguir la luz del Sol. Por tanto, aquel que más crecía tenía más posibilidades de sobrevivir. El trigo doméstico se hizo más grande que el salvaje. Y no sólo eso, la velocidad de crecimiento también era una ventaja. Los que germinaban primero tenían más posibilidades de capturar la energía del Sol que necesitaban. Eso produjo una carrera para germinar primero. La germinación depende de la reserva de nutrientes. De ese modo tan sencillo-eliminando las malas hierbas-se favoreció las plantas de trigo más grandes en altura y con granos con más nutrientes-más gruesos, con más azúcares.
Por otra parte, debemos tener en cuenta que en estado natural había muchos trigos que germinaban en tiempos distintos. Incluso había trigos que estaban «durmientes» dos o tres años hasta que ocurriese algo particular. De ese modo, ante una catástrofe puntual, digamos una inundación o una sequía, estos trigos durmientes eran capaces de sobrevivir. Cuando la humanidad empieza la agricultura se acostumbra a sembrar siempre en el mismo mes, digamos en junio. Todos los trigos que no germinan en junio se eliminan. De ese modo se consiguen trigos domesticados que germinan todos a la vez en el mismo mes.
Saber el mes se convirtió en algo importante y, sin duda, es una de las motivaciones principales para el desarrollo de la astronomía.
Ni que decir tiene que en el entorno natural los trigos «artificiales» tienen problemas. Al ser más altos se doblan más fácilmente con el viento,… el que todos germinen a la vez no les permite una diversidad genética que favorezca a los «trigos durmientes» que tardan dos o tres años en germinar y con ello puede sobrevivir a una catástrofe puntual. Es decir, los trigos domesticados tienen ventajas en un entorno de agricultura asistida por los humanos-quitar malas hierbas, plantar siempre en junio, regar en caso de sequía, levantar los tallos en caso en lluvia, etc.-, no en estado salvaje.
¿Y todo esto qué tiene que ver con los gatos?
Una de las claves del desarrollo de la agricultura, y de las ciudades, es que hay una producción de grano que no se come inmediatamente en las semanas de la recogida. Se guardan para alimentar a la ciudad durante todo el año.
Para guardarlo hay que hacer silos seguros, que son tan difíciles de construir que no es una obra individual sino una obra colectiva. Inmediatamente los silos comunitarios llevan a la necesidad de desarrollar un sistema de escritura y de contabilidad. Para saber qué había dejado depositado en el silo cada agricultor.
Seguro que aquí tenemos una de las fuertes motivaciones para el desarrollo de la escritura y de la aritmética.
¿Y los gatos?
¡Paciencia, paciencia! Ya llegamos.
Hórreo en el Parque de Santa Margarita de La Coruña, España |
Uno de los problemas que surgen en todos los silos de grano es que aparecen unos «simpáticos» roedores que se comen el grano y lo ensucian con sus deposiciones. Se llaman ratas.
Si nos fijamos en un hórreo de los que hay en la costa cantábrica veremos varias cosas:
1.Está separado del suelo. Elevado mediante pastas. Fundamentalmente para evitar la humedad. Con la humedad el grano empieza a germinar, no se conserva y puede adquirir enfermedades (hongos).
¿Quién se resiste a querer a un animal con esta carita? |
2.Encima de las patas que lo levantan hay una placa de piedra. ¿Os habéis preguntado para qué es?
La piedra plana, encima de las «patas» era para evitar que los roedores subieran, se comieran y ensuciaran el trigo.
¿Cómo se combate a los roedores?
Con gatos. Los gatos son excelentes cazadores especializados en cazar ratones.
Por tanto, los gatos eran un aliado excelente de los silos de los humanos.
Nada tiene de extraño que los humanos cuidasen a los gatos a cambio de que ellos cazaran ratones.
Además, ¿no son una monada?
Fuente: ciencia15.blogalia.com