Destinos y Placeres
Cantemos a Dios… El Himno a la Alegría
Por: Julio C. alcubilla B.
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Una vez más la Fundación Nuestra Tierra, dirigida por Leudys Gonzáles, hizo posible que un grupo de periodistas, podamos brindar a nuestras audiencias, informaciòn acerca de uno de los eventos culturales y religiosos más importantes de Venezuela. La Semana Santa Viva de Caripito, se ha llevado a cabo durante 48 años, bajo la organización de la Fundaciòn Pérez Madueño y por el trabajo tesonero y compromiso de un pueblo entusiasta y pleno de fe.
Más de 300 actores y actrices del pueblo, escenifican, la pasión, muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, en escenarios naturales y set construidos en todo el pueblo, a modo de un gran escenario natural sin precedentes en Latinoamérica.
Nuestra primera actividad, el concierto sacro, se llevó a cabo en La Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, bajo la dirección del maestro y director de la Orquesta Sinfónica Infantil y Juvenil de Caripito Juvenal Ravelo, en el Edo. Monagas-Venezuela, Andrés Graterol, quien nos permitió disfrutar de un hermoso e invaluable repertorio del Barroco Venezolano y el Clásico Europeo tardío, junto a las voces de la agrupación Adagio, dirigida por el maestro Héctor Rondón.
El Himno a la Alegría
La primera obra presentada fue el "El himno de la Alegría" Ludwig Van Beethoven, su historia nos remonta a 1785, la misma fue basada en el poema del alemán Friedrich Von Schiller, quien fue poeta, historiador y dramaturgo. Esta grandiosa composición se enmarca dentro del clasicismo alemán, su nombre original fue •"La Oda a la Libertad", el mismo fue censurado y cambiado por el que reconocemos como "Himno a la Alegría".
La fraternidad de los hermanos, que solo conseguimos cuando nos unificamos en pensamientos y emociones, es su tema expositivo. El vivir reconociendo que la vida es en esencia y lo que vivimos aun cuando no nos reconocemos, pero si cuando comulgamos con el ser que todos debemos compartir o creer. Una genialidad musical, en la que Beethoven intenta conectarnos más allá de Dios, sintiendo la fuerza amorosa de su auxilio y la alegría de vivir silencio nos llega cuando hemos rosado el éxtasis. Esta pieza dirigida por Andrés Graterol, logra a través de una dimensión orquestal imponer en la las voces femeninas, el virtuosismo. Además del preciosismo interpretativo de la orquesta, el cual igualmente en momentos estelares lo profundo y visceral de la pieza, fue sentida con intensidad conmovedora. Esta obra fuente de inspiración de la Novena Sinfonía, la misma se encuentra presente de modo coral en el cuarto y último movimiento, siendo para muchos el símbolo del anhelo de libertad y de conciliación universal.
Una interpretación desde los célebres primeros dieciséis compases del primer movimiento, nos permitió percibir un clima de espera de algo grandioso, dentro de este templo. Beethoven hace percibir algo nuevo producto de su amplitud en los movimientos de la obra, confirmando Graterol, un gozo propiamente cristiano, tomando en cuenta a aquel que Beethoven que canta no específicamente el gozo, sino la fraterna convivencia de los pueblos, de la victoria sobre el egoísmo, y es el deseo que el camino de la humanidad esté marcado por el amor, casi como una invitación que dirige a todos más allá de toda barrera y convicción. Pareciese una feliz coincidencia, pero al comentar la obra con Leudys Gonzales, Presidente de La Fundación Nuestra Tierra, estos mismos principios o ideales, sustentan la labor diaria de estas organización.
Agradezco a la Orquesta Sinfónica Infantil Juvenal Ravelo Gracias, quienes han hecho posible esta maravillosa entrega, a la Fundación Nuestra Tierra, y a todos los músicos e Intérpretes. Por conectarnos con el valor fundamental de la solidaridad, de la fraternidad y de la paz.
Fuente: Julio C. Alcubilla B. Turismo-Cultura y Gastronomía