«Colocar cebollas alrededor del enfermo lo curará y nos defenderá de contagios…»
Un texto y variantes del mismo circula hace lustros por internet, asegurando que los virus y bacterias se adhieren a la cebolla, que colocar cebollas y ajos dentro de las habitaciones salva la vida de muchas personas, y otras galimatías.
Un reciente ejemplo que llegó a nuestro buzón de correo dice así:
"Cebollas
En 1919, cuando la epidemia de influenza mató a 40 millones de personas en el mundo, hubo un médico en E. U. que visitó a muchos granjeros para ayudarlos en lo posible. Muchos contrajeron la enfermedad y murieron. Pero este médico llegó a casa de uno de ellos y para su sorpresa, toda la familia estaba sana. La explicación que recibió el doctor fue que la esposa había colocado cebollas sin pelar en diferentes habitaciones de la casa. El galeno no podía creer lo que estaba escuchando y pidió ver una de las cebollas para revisarla bajo el microscopio. En efecto, descubrió que el virus de la influenza estaba adherido a la cebolla, la había absorbido y con ello la familia se había salvado.
Existen muchas historias similares, una de ellas, la de la dueña de un salón de belleza quien colocó varios tazones con cebollas alrededor de su negocio. Ni las empleadas o las clientas enfermaron. Sería interesante hacer la prueba la próxima vez que surja una epidemia o simplemente haya un contagio por gripe estacional.
Otra persona habló de su experiencia personal al haber contraído pulmonía y su estado era grave. Esta mujer se enteró de un caso en el que alguien cortó los dos extremos de una cebolla y la puso en un frasco grande. Luego, colocó el frasco cerca del enfermo durante la noche. A la mañana siguiente la cebolla estaba negra, cubierta de gérmenes. La cebolla estaba casi podrida y el paciente se había mejorado.
Es un hecho verídico que haber colocado cebollas y ajos dentro de las habitaciones salvó la vida de muchas personas durante la gran plaga en Europa hace años. Estos vegetales tienen poderosas propiedades bactericidas y antisépticas y esto ha sido parte de la sabiduría popular.
(…)"
No hay base formal, mucho menos científica, para este cuento de las cebolla, que posiblemente surgió de falsas premisas a partir del siglo XVI, cuando se corrió la idea de que distribuir cebollas crudas alrededor del hogar protegía a los residentes de la peste bubónica. Esto se popularizó mucho antes del descubrimiento de los 'gérmenes', cuando la explicación aceptada era que las enfermedades contagiosas se transmitían por el 'miasma', cómo se le decía a lo que se creía era una suerte de 'aire tóxico' ("noxious air").
Se suponía que las cebollas, cuyas presuntas muy especiales cualidades absorbentes eran usadas como soporte para el falso supuesto, limpiaban el aire al atrapar estos olores dañinos, el 'miasma'.
Estas cebollas peladas o, mejor aún, cortadas en rodajas, eran colocadas en platos por toda la casa y ahi permanecían hasta diez días después de que los enfermos fallecieran o se recuperaran. Tambien se le daba uso en granjas para proteger de infecciones a aves y ganado.
Al pasar de los siglos esta curiosa costumbre se ha integrado a la medicina folklórica de algunas culturas como supuesta medida preventiva de muchas clases de enfermedades transmisibles, incluyendo influenza, viruela, sarampión y otras 'fiebres infecciosas'. De hecho, la noción popular de que las cebollas eran efectivas para estos propósitos sobrevivió al concepto del miasma, que dió paso a los llamados 'gérmenes' para explicar enfermedades transmisibles a finales del siglo XIX.
Esta transición es ilustrada por textos publicados a fines de los mil ochocientos, uno de los cuales asegura que las cebollas cortadas son capaces de absorber 'atmósfera venenosa', mientras que otro promete que las cebollas recogerán 'todos los gérmenes' en la habitación del enfermo.
"Cada vez que una persona sufra de una fiebre infecciosa", dice el Practical Household Cookery de Duret publicado en 1891, "mantenga una cebolla pelada sobre un plato en la habitación del paciente. A nadie llegará la enfermedad, siempre que tal cebolla sea reemplazada cada día por una recién pelada, porque para ese entonces habrá absorbido toda la atmósfera venenosa de la habitación y se habrá vuelto negra".
En otro artículo, este de 1887 en el Western Dental Journal se atrevían a asegurar que: "Ha sido repetídamente observado que un poco de cebolla en la vecinidad inmediata de una cas actúa como escudo contra la pestilencia. Cebollas rebanadas en la habitación del enfermo absorben todos los gérmenes y previenen el contagio".
Por supuesto, repetimos, no hay ningún dato científico que de base a la creencia de que las cebollas atraen bacterias, absorben gérmenes o que este vegetal elimina del aire los 'venenos infecciosos'.
Cualquier infectólogo puede confirmar esto, que es reafirmado por la Dra. Ruth MacDonald, profesora de ciencia de la alimentación y nutrición humana en la Iowa State University: "no, las cebolla no abosrben bacterias. La idea de que un vegetal pueda succionar o atraer hacia si bacterias del aire no tiene fundamente lógico…".
Para cerrar, una nota sobre la versión renovada de este mito, ahora la leyenda sugiere que colocar cebolla rebanada en los pies cubriendolos luego con vendas o medias durante la noche, nos curará de un número indeterminado de enfermedades…
NdE
El tema anterior, sobre las cebollas cortadas en la habitación o pegadas en los pies, no tiene, como reafirma el texto, ninguna base científica, de hecho, raya en lo cómico para quien goce de suficiente 'sentido común'.
Ahora bien, sobre esta olorosa verdura se han hecho trabajos formales de investigación que sugieren (subrayamos sugieren), que la cebolla podría ayudar a disminuir los síntomas del reumatismo, lo cual también se ha dicho sobre el ajo (que se encuentra en el mismo género taxonómico).
Por otro lado, parece que consumir cebolla contribuiría a disolver el ácido úrico (responsable de la enfermedad de la gota, que afecta a los riñones y las articulaciones), y podría alcalinizar la sangre gracias a sus sales de sosa y su potasa, lo cual, sugieren algunos, podría ayudar a aumentar la resistencia a ciertas infecciones.
Otro supuesto que falta demostrar fehacientemente, es que la cebolla roja podría ayudar a reducir la progresión de la osteoporosis, gracias a su alto contenido del flavonoide quercetina, antioxidante de la familia del polifenol, cuya actividad es superior a la de las isoflavinas.
Por otro lado, la cebolla es una fuente natural de fósforo; silicio; vitaminas A, B, C; azufre, hierro, yodo, potasio, y sodio.
Fuente: CIENCIAyLeyenda