La futura inteligencia de los robots se llama RoboEarth
Hoy día la tecnología crece a pasos agigantados, sorprendiendonos cada día con un nuevo invento tecnológico de gran mérito y futurismo, aún así, todavía andamos algo lejos de esas peliculas de ciencia ficción donde los robots tienen comportamientos asemejados a los de los seres humanos.
Pues bien, RoboEarth es una iniciativa destinada a darle un impulso a ese mundo donde los robots sean capaces de aprender y compartir experiencias, conviviendo con los seres humanos.
¿En que consiste RoboEarth?
RoboEarth es un sistema similar a Internet, es decir, una gran base de datos descentralizada, en las cual, los robos podrán descargar información ( que serían principalmente capacidades y experiencias) y compartir las propias.
Los actuales robots son preprogramados, y tienen una vida útil muy limitada, ya que no pueden avanzar sus capacidades a la vez que avanza la tecnología, por lo tanto, si son capaces de acceder al lugar donde se implementan los nuevos conocimientos, estos robots estarán siempre actualizados y en continuo crecimiento.
De esta forma, su hardware puede verse seriamente simplificado, y el software ser descargado cuando sea oportuno, de forma automática y autónoma.
¿En que punto se encuentra el proyecto?
Este proyecto vió la luz hace dos años, y desde entonces no ha dejado de crecer, siendo su introducción en la vida cotidiana una opción muy seria en los próximos años. Hace unos días se ha presentado Rapyuta, la plataforma en la nube que puede hacer real esta propuesta, y la cual ya empieza a dejar destellos, todavía algo primitivos, de cual debe de ser el camino a seguir para avanzar en esta tecnología.
Este tipo de propuestas son las que hacen que nos acerquemos cada vez más a un futuro de ciencia ficción, si bien es verdad, todavía sin que las máquinas puedan pensar por si mismas, pero ya con cierta autónomia a la hora de evolucionar y crecer en cuanto a capacidades.
El autor es directivo de la empresa de tecnología española Aipat Telecomunicaciones.
Fuente: Enrique Jiménez – aipat.es