Miscelánea y otros

Factores que condicionan la felicidad

La felicidad, o su carencia, es algo que parece preocupar mucho a los norteamericanos. De hecho la búsqueda de la felicidad está incluso en su Constitución. Los psicólogos y economistas se preguntan por el papel de la felicidad en la sociedad y cómo aumentar esa felicidad.

En el pasado los economistas habían ignorado este factor porque asumían que estaba correlacionado con las condiciones macroeconómicas, como el producto interior bruto per cápita. Pero esta tendencia ha cambiado en los últimos años ante la evidencia de que en países más pobres las encuestas indicaban que la percepción de satisfacción en la vida era superior a la de la gente en EEUU. En general se puede decir que el dinero o el producto interior bruto no son buenos indicadores de la felicidad.

Todo esto tiene importancia para todos aquellos, como los políticos, que tienen que tomar decisiones acerca del futuro. Pero trabajar en este campo no es sencillo y no se sabe qué factores afectan a la percepción de felicidad. Los datos son además difíciles de conseguir.

Diversos estudios indican que la riqueza no siempre está relacionada con la felicidad. En un principio la pobreza absoluta sí puede hacer infelices a las personas y los individuos son más felices conforme van teniendo riquezas. Pero una vez se alcanza el nivel que permite cubrir las necesidades básica el dinero no garantiza la felicidad. De hecho, el crecimiento es geométrico y, a partir de ese punto, para conseguir un punto más de felicidad se necesitan 2 puntos más de dinero, y para el siguiente 4 y así sucesivamente. Se puede comprobar que en las consultas de los siquiatras hay gente con mucho dinero que ha alcanzado las supuestas metas económicas que se propusieron y no son felices.

En un estudio a largo plazo se comprobó que aquellos que de jóvenes encaminaron sus carreras profesionales hacia el objetivo de conseguir dinero solían ser de adultos menos felices que aquellos que tenían otros objetivos vitales.

Si se tiene lo suficiente para vivir la felicidad parece depender de pequeñas cosas como el altruismo, la familia, crear lazos sociales, mantener un peso adecuado y tener una pareja alegre. Según otros estudios siempre se puede ser más feliz si se tienen experiencias, sobre todo si son con otras personas. De este modo, es mejor gastarse el dinero en experiencias (por ejemplo en un viaje) que en un objeto (un coche nuevo).

Además, la felicidad conseguida a través de los bienes materiales tiene una vida muy corta. Estamos muy contentos y felices al comprar ese televisor plano de 40 pulgadas tan estupendo. Pero al cabo de un tiempo ya no nos produce esa satisfacción e incluso podemos terminar envidiando el televisor de 55 pulgadas del vecino. La felicidad a través de una compra suele ser efímera, a no ser que la compra te proporcione experiencias (una bicicleta, por ejemplo).

Porque en esto de la riqueza hay un factor social importante. Así como se puede ser un poco más feliz que el resto si tenemos un poco más de bienes que los demás, a la inversa también funciona y la percepción de la desigualdad económica es una fuente infelicidad si somos de los menos afortunados.

El problema es que las sociedades son cada vez más desiguales, tanto a nivel de países como a escala mundial. Un buen ejemplo de esto último es el de Bután. Sí, el país que medía su riqueza con un nuevo índice basado en la supuesta altísima felicidad de sus habitantes. Éstos eran efectivamente felices hasta que se introdujo la televisión por satélite y sus habitantes vieron cómo vivían los habitantes del resto de planeta. Ahora el país sufre una ola de crímenes.

Para ayudar en este campo de investigación se puede usar la Encuesta Social General que se realiza en EEUU desde 1972. Entre otras cosas se pregunta a los encuestados si en esos días están contentos, muy contentos o no lo están. Esta encuesta proporciona una buena base de datos a sociólogos, demógrafos y economistas. Unas 32.000 personas han estado contestando este tipo de preguntas a lo largo de los años desde entonces, proporcionando una base de datos a largo plazo para estudiar la evolución de la felicidad en el país.

Teng Guo y Lingyi Hu han estudiado estos datos para determinar los factores que determinan la felicidad de los habitantes de EEUU. Su análisis se divide en dos. En el primero tratan de averiguar las correlaciones entre felicidad y condiciones personales como edad, salud, estado civil, ganancias, etc. En el segundo tipo de análisis buscaron las correlaciones entre felicidad y los indicadores económicos como la inflación y el producto interior bruto per cápita.

Según sus resultados el principal factor que determina la felicidad es la salud. La gente sana es un 20% más feliz en promedio, mientras que la gente con problemas de salud es un 8,25% más infeliz.
El otro factor es el matrimonio. Los individuos casados son un 10% más felices que la gente que nunca se casó.

Pero los niños disminuyen la felicidad. Tener niños reduce la felicidad en un 0,24%. Según los autores esto probablemente se debe a que la encuesta está sesgada por la presencia de familias pobres y los niños suponen una importante carga económica.

Los ingresos juegan un papel escaso. En general la gente con ingresos altos es más feliz, pero sólo en un 3.5% como máximo.

Los autores del estudio no pueden dilucidar si la gente feliz tiende a ganar más dinero o si la gente que tiene más dinero es más feliz. Y lo mismo se puede decir de los otros puntos. Simplemente no hay datos que permitan ver cuál es la causa y cuál es el efecto.

Por otro lado, los factores macroeconómicos son más difíciles de analizar. Según estos autores no es posible encontrar una relación entre el producto interior bruto y la felicidad. Pero la inflación sí parece reducir la felicidad. Un 1% de aumento de inflación reduce la felicidad nacional en un 3,1%. En este caso está claro que un aumento de inflación reduce la capacidad de compra de las familias debido al aumento de los precios. Al fin y al cabo, la inflación es una manera de empobrecer a toda una población.

Desde el punto de vista de los que toman las decisiones, como los políticos, el estudio indica que la mejor manera de hacer a una nación feliz es mejorar la salud de sus habitantes y tratar de controlar la inflación.

Así que, amigo lector, teniendo en cuenta este resultado y otros publicados en NeoFronteras se podría decir que hasta ahora la receta de la felicidad es la siguiente:
 
– Consiga un nivel de vida que le permita cubrir bien sus necesidades básicas.
– No mida sus bienes en función de los bienes que tienen los demás.
– No persiga meras metas económicas, sino vitales.
– Tenga experiencias en lugar de bienes materiales.
– Cree lazos sociales.
– Trate de estar en buen estado de salud.
– Viva en un país con inflación baja.
– Cásese, a ser posible con una pareja alegre, pero piense muy bien antes cuántos hijos puede mantener y cuidar holgadamente.

Parece un lista sensata.

Fuentes y referencias:
Nota en Technology review.
Artículo original.

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Fuente: neofronteras.com

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