La metodología de investigación en el aula
Uno de los dramas del proceso educativo venezolano lo representan los trabajos especiales para optar a un título universitario, conocidos como tesis de grado, trabajos especiales de investigación, seminarios de tesis, entre otros. Un estudiante que ha pasado gran parte de su travesía por el sistema educativo leyendo, investigando en distintas fuentes, realizando informes y tareas escritas de distintas formas, al culminar la escolaridad entra en un bloqueo que lo limita para dar el paso que lo convertirá en profesional. Es el síndrome de «todo menos tesis» (TMT).
Una extrapolación de parecido efecto se podría ubicar en los estudiantes de educación Media Diversificada ante la nueva propuesta curricular de hacer de lo que otrora fuera un objetivo en la asignatura de biología, una actividad obligatoria que consiste en elaborar un proyecto de investigación. En este nivel, las dificultades que se observan en los estudiantes derivan de otras causas entre las cuales podríamos, de manera empírica, señalar las siguientes:
Primero, estos proyectos no son producto de una propuesta que persiga la formación del estudiante en el uso del método científico a lo largo de la tercera etapa y diversificada, sino que es materia de un objetivo específico de la asignatura de biología de quinto año, por lo que su conocimiento es muy superficial. Por otra parte, el manejo de los temas es libre, lo que crea una diversidad de proyectos difíciles de evaluar por un solo docente. La selección de tutores y asesores queda muchas veces fuera del alcance del educador a cargo de la asignatura. De igual modo, la mayoría de los docentes de educación media no está entrenada para crear proyectos y manejar el método científico: dejan al estudiante en libertad de autoformarse o de buscar a otras personas para que le ayuden en la organización y realización de los proyectos.
En este trabajo nos proponemos mostrar los beneficios que traería la aplicación de los criterios metodológicos como estrategia didáctica para facilitar el aprendizaje significativo en las distintas asignaturas, si se implementaran desde el momento mismo en que se comienzan a exigirse trabajos escritos como tareas escolares de investigación en educación Básica y posteriormente en Media Diversificada.
Las tareas escolares como objetivo de aprendizaje
La tarea como actividad del quehacer cotidiano del aula reúne las condiciones necesarias para implementar el proceso de aprendizaje de la metodología de investigación. Desde el séptimo grado son una valiosa herramienta que puede disciplinar al estudiante en las técnicas de búsqueda de información, elaboración y presentación de informes escritos, para tareas de aula, ponencias o publicaciones en medios impresos. Bajo esta perspectiva, la evaluación de estos trabajos amerita que los docentes tengan clara la intencionalidad educativa de dichas actividades cuyos criterios y objetivos podemos centrar en dos aspectos fundamentales:
• Los aspectos temáticos: concentran el fundamento teórico de la tarea escolar, donde es particularmente importante la definición de los puntos temáticos tales como conceptos, características, funcionamiento, entre otros. Esto permite al estudiante trabajar con cierto orden y lógica (esquema) evitando dispersión en cuanto a la información que debe extraer de las fuentes.
• Los aspectos metodológicos: son aquellas características que deben tener los trabajos escolares, comprenden las formalidades institucionales; la estructura del contenido en partes, capítulos, secciones, etc. y las normas de estilo de redacción incluida la ortografía.
Con la aplicación de estos dos criterios, aparecen las interrogantes sobre el objetivo de aprendizaje que implican esas tareas: ¿será el aprender un tema específico aplicando un modelo metodológico? o por el contrario ¿Aprender un modelo metodológico utilizando los conocimientos de un tema? Al término del período escolar ¿Cuál de los dos aspectos le quedará al estudiante consolidado como aprendizaje, el temático o el metodológico?
Una revisión de los resultados del conocimiento obtenido por los alumnos de nuestro sistema educativo nos permite considerar esta propuesta. Desde que se inicia el niño en la primera etapa se le introduce el conocimiento del lenguaje a través de las actividades de lectoescritura, como fundamento de estos primeros niveles. Al ingresar al séptimo grado es ésta la principal fortaleza que le ayuda en el cambio de docente único a diversidad de docentes. Aquí se ve envuelto en múltiples actividades de evaluación en todas y cada una de las áreas de estudio en las que pudieran insertarse los criterios metodológicos si consideramos que para ello se cuenta con herramientas básicas que se han dado desde la segunda etapa en la asignatura de lengua y literatura. Sin embargo, muchos docentes de otras asignaturas o de etapas posteriores no lo exigen por no ser tema de su propia cátedra o de su dominio. Es el caso de las primeras normas para escribir, como la definición de márgenes (que traen los cuadernos), la sangría, los signos de puntuación, los títulos subrayados, entre otros, que son un inicio de la escritura en forma metodológica y cuya ausencia es fácil de detectar en los cuadernos de apuntes de los estudiantes de niveles superiores de Básica y Media Diversificada.
Por otra parte, el común de los docentes de asignaturas con componentes teóricos coincide en que el alumno debe desarrollar actividades que requieran de consulta bibliográfica, o que comente alguna noticia de la prensa o la televisión, así como la preparación de exposiciones orales, carteleras, debates y otras actividades como paseos y visitas guiadas para los que se les exigen informes escritos que respeten ciertas características preestablecidas para su elaboración.
Nos preguntamos entonces ¿Por qué, después de pasar por todas estas experiencias de aprendizaje, al igual que los estudiantes universitarios, a los estudiantes de Diversificado les cuesta tanto redactar unas líneas de un proyecto?, ¿Por qué las universidades se quejan de las deficiencias de los estudiantes en el dominio de la lectoescritura si han cumplido una trayectoria donde ha habido suficiente ejercicio para formarse?
La respuesta está en que cada una de las referidas actividades, a pesar de ser de investigación, se ha realizado sin considerar los elementos metodológicos apropiados privilegiando los contenidos temáticos y otros aspectos estéticos; la falta de acuerdo entre los docentes para establecer los criterios para evaluar los trabajos escolares hace de la estructura de trabajo un elemento caprichoso que el docente impone a su antojo o menosprecia. Esto dispersa los esfuerzos del aprendizaje y no concreta en el estudiante las normas y disciplinas apropiadas para investigar.
Un ejemplo contrario ocurre con el acuerdo tácito entre docentes para corregir la ortografía. En este caso los estudiantes prestan atención y hasta superan las dificultades y deficiencias ortográficas porque la mayoría de los educadores la evalúan al momento de las calificaciones. Esta es una forma (aunque se diga represiva) de reforzar un aprendizaje.
Se trata de aprovechar y hacer vinculantes y conscientes todos los conocimientos que se vienen impartiendo desde etapas anteriores. Así, se ha verificado que en los programas de la segunda etapa de lengua y literatura encontramos objetivos que refieren la estructura de los medios impresos, las exposiciones con la preparación de material informativo en formatos ligeros para compartir (dípticos, trípticos o folletos), elaboración de carteleras y hasta el uso de ficheros. Estos conceptos son reforzados en la asignatura homóloga de lengua y literatura desde el séptimo grado a los que se le agregan otros conceptos cada vez más avanzados que incluyen las referencias bibliográficas, citas de autores de distintas fuentes y los elementos propios de paráfrasis.
Lo anterior, sumado a los ejercicios de comprensión lectora, son los ingredientes necesarios para darle cuerpo al conjunto de conocimientos que se integran en la elaboración de un proyecto que comprende tres aspectos complejos en su esencia, tales como:
1.- Los elementos de forma: la estructura por capítulos que siguen una secuencia lógica del método científico.
2.- Los elementos de estilo: normas de redacción a las que se somete la investigación. En este momento, las más referidas son las de la Asociación de Psicólogos Americanos (APA).
3.- Los elementos de fondo: la temática de la investigación, los conceptos y el lenguaje técnico propio de la materia tratada.
Al aplicar los criterios de forma y de estilo como disciplina de elaboración de las tareas escolares en las distintas asignaturas, se dará en el alumno un efecto de reforzamiento que, al llegar a la etapa de elaboración de proyectos, reducirá el impacto de aprendizaje del método científico y podrá centrar su atención en la investigación por dominar ya las competencias para consultar las fuentes, referir los autores y estructurar los informes en capítulos o secciones especificas.
Cabe destacar la importancia del docente en el proceso de enseñanza-aprendizaje de las herramientas metodológica desde los quehaceres del aula, quien debe propiciar las actividades que permitan al alumno comprender las técnicas apropiadas, tal como lo señala Otero, al referirse a las estrategias de aprendizaje: «el método más usual para estimular la enseñanza directa de las estrategias es la modelación seguida de una práctica guiada». De esta forma se invita al docente a realizar ensayos en el aula antes que dar una serie de instrucciones escritas sin el ejercicio práctico de reforzamiento.
Las tareas escolares y los métodos
Se sugiere la conversión de las tareas en ejercicios de aprendizajes de metodología a fin de que cumplan con un objetivo que llegue más allá del meramente temático. Con la elaboración de estos informes escritos los objetivos de aprendizaje pueden ser enfocados en tres aspectos:
– Objetivo temático-conceptual: Los alumnos adquieren conocimientos de un tema.
– Objetivo metodológico: Los alumnos aprenden a investigar siguiendo los criterios de la metodología de investigación.
– Objetivo conductual: Los alumnos adquieren disciplina para investigar, seguir instrucciones y diferenciar los tipos de formalidades que deben cumplir según el informe que deben realizar ajustado a una actividad particular (la actitud del estudiante se puede evaluar entre los rasgos).
A éstos se les agregan los componentes de forma y fondo que son evaluados en forma rutinaria y que permiten reforzar la ortografía y redacción. Para ello es indispensable que el docente ponga en claro las reglas definiendo la ponderación que le dará a cada aspecto del trabajo así como el modelaje de ejercicio para el aprendizaje de las normas de estilo, sea APA u otra.
Las principales actividades de evaluación realizadas en educación media son de tipo:
1. Monotemática: el estudiante investiga conceptos y teorías en fuentes escritas, principalmente libros o Internet.
2. Informes de laboratorio: Dependen de los formatos de las guías impresas. Tienen como limitación el poco espacio para desarrollar actividades de consulta y la producción de conocimientos, así como el desarrollo del discurso escrito.
3. Salidas de campo y paseos: Generalmente se realizan con fines ilustrativos y recreativos, sin embargo la solicitud de un informe requiere definir parámetros.
4. Proyectos: realizados como requisito del último año del diversificado generalmente como trabajo en equipo. (Actualmente se exigen varios tipos de actividades bajo la modalidad de proyectos, tales como los proyectos integrales de aula, proyectos productivos, comunitarios, endógenos, entre otros).
5. Exposiciones: Ejercicio de presentación donde el estudiante debe demostrar conocimiento de un tema ante un escenario utilizando ciertos recursos y materiales de apoyo. Facilita el desarrollo del discurso oral.
Aspectos que deben considerar para la evaluación
El objetivo temático: Los aspectos teóricos y conceptuales que los alumnos deben investigar. Incluyen la profundidad de la información, la organización lógica y sistemática del tema, el estilo de redacción, los recursos de apoyo (láminas, gráficos, tablas, etc.).
El objetivo metodológico: características que deben reunir los trabajos escolares, entre las cuales referiremos:
• Formalidades institucionales.
• Estructura de acuerdo al tipo de investigación.
• Aporte del alumno como producto de la tarea realizada (competencias alcanzadas).
Los cambios requeridos para que las tareas escolares cumplan con los criterios metodológicos, (Piñango, 2005), pueden ser:
1. Trabajos monotemáticos. Pueden ser llevados a formato de monografía, con algunas exigencias mínimas del uso de varias fuentes (libros, periódicos, revistas e Internet) para crear las condiciones de debate entre autores que motiven al estudiante a concertar una opinión propia del tema. Es excelente como ejercicio para el aprendizaje y aplicación de las normas APA de redacción.
2. Informes de laboratorio. Pueden complementar la guía de apoyo y desarrollar sus partes (introducción, objetivo, metodología, resultados conclusiones, anexos) con sustentación bibliográfica. Aquí se crean las bases para el aprendizaje del manejo de datos (obtención, tabulación, graficación) y su interpretación.
3. Salidas de campo y paseos. En este caso, los informes son descriptivos, tipo reporte, lo que permite ejercitarse en las técnicas de la observación.
4. Proyectos. Tienen por finalidad la aplicación del Método Científico en todas sus fases, se integran los aprendizajes obtenidos por etapas en los tipos de tareas escolares anteriormente explicados.
5. Exposiciones. Esta es una actividad especial, en la que el estudiante desarrolla ante un auditorio, una serie de habilidades y destrezas mientras demuestra conocimiento. Contempla distintos niveles de dificultad que permiten una evaluación integral tales como el dominio escénico, conocimiento del tema, capacidad de oralidad, habilidades para crear y organizar el material utilizado como recurso de apoyo. En general, esta actividad es compleja ya que integra elementos cognitivos, estéticos, kinéticos y emocionales que, al igual que los proyectos, representan una integración de experiencias de aprendizaje y debe contar de etapas de entrenamiento previo.
Finalmente, podemos asegurar que el ejercicio continuo de hacer las tareas escolares con los criterios metodológicos reduce las dificultades en la elaboración del proyecto, donde cada una de las actividades contribuye en la elaboración de los distintos capítulos. De esta forma el proyecto se convierte en una actividad integradora de los procesos de aprendizajes previos donde el mayor esfuerzo queda en el desarrollo de la investigación y no en los elementos de forma y estilo, superados en la cotidianidad de las distintas tareas escolares.
Podemos ubicar el efecto de los trabajos escolares en las etapas del proyecto de la siguiente manera:
La elaboración de monografías, ayuda en la construcción del marco teórico. Los informes de laboratorio son un preámbulo para el marco metodológico y los reportes crean habilidades en la observación y descripción por lo que es útil en la fase de planteamiento del problema, análisis de resultados y en la elaboración de resúmenes.
Queda en los docentes el adquirir los conocimientos necesarios para enfocar los trabajos escolares dentro de los criterios de la metodología de la investigación para que puedan aplicarlos en el aula con sentido lógico y pertinencia, facilitando el proceso de aprendizaje significativo.
Bibliografía
• Díaz –Barriga F. y Hernández G. (2006). Estrategias docentes para un aprendizaje significativo. (2da Edición). McGraw Hill. México.
• Otero I. (2007). Estrategias de aprendizajes. [Revista en línea]. Disponible:http://www.monografia.com/trabajos42/estrategias-aprendizajes. [Consulta: 2007, marzo18].
• Piñango L. (2005). Metodología para Trabajos y Proyectos Escolares. Mérida. Venezuela. PIAMCU.
M.Sc Lucía Piñango Funes (luciap5000 AT gmail.com)
Fuente: M.Sc Lucía Piñango Funes – revistabotica.com