¿Qué son las convulsiones febriles?
Las convulsiones febriles en infantes o niños pequeños son convulsiones causadas por fiebre. Durante las convulsiones febriles, los niños a menudo pierden la conciencia y se extremecen, moviendo las extremidades en ambos lados del cuerpo. Menos comunmente, el niño se vuelve rígido o tiene contracciones en una sóla parte del cuerpo, tal como en un brazo o una pierna, o en el lado izquierdo o derecho sólamente. La mayoría de las convulsiones febriles duran un minuto o dos, aunque algunas pueden ser tan breves como algunos segundos y otras pueden durar por más de 15 minutos.
La mayoría de los niños con convulsiones febriles tienen temperaturas en el recto de más de 38.9 grados C (102 oF). La mayoría de las convulsiones febriles ocurren durante el primer día de la fiebre en el niño.
No se considera que los niños propensos a convulsiones febriles tienen epilepsia, ya que la epilepsia se caracteriza por convulsiones recurrentes que no son precipitadas por fiebre.
¿Qué tan común son las convulsiones febriles?
Aproximadamente uno de cada 25 niños tendrá por lo menos un episodio de convulsiones febriles, y más de una tercera parte de estos niños tendrán episodios adicionales antes de que superen la edad en la cual existe la tendencia a tenerlos. Las convulsiones febriles usualmente ocurren en niños entre las edades de 6 meses a 5 años y son particularmente comunes en niños que están en la edad de aprender a caminar. Los niños rara vez desarrollan su primera convulsión febril antes de los 6 meses o después de los 3 años de edad. Entre más avanzada es la edad del niño cuando tiene su primera convulsión febril menor es la probabilidad de que el niño sufra otras.
¿Qué hace a un niño ser propenso a convulsiones febriles recurrentes?
Algunos factores que parecen aumentar el riesgo de los niños a padecer de convulsiones febriles recurrentes incluyen: una primera convulsión febril a edad temprana (menos de 15 meses), fiebres frecuentes y el tener familiares cercanos con historial de convulsiones febriles. Si la convulsión ocurre inmediatamente al comienzo de la fiebre o cuando la temperatura es relativamente baja, el riesgo de que se repita es más alto. Un primer episodio de convulsiones febriles largo no aumenta substancialmente el riesgo de convulsiones febriles recurrentes largas o cortas.
¿Son las convulsiones febriles dañinas?
Apesar de que pueden ser amedrantadoras para los padres, la gran mayoría de las convulsiones febriles son inofensivas. Durante una convulsión, existe una pequeña posibilidad de que el niño sufra daño si se cae o se ahoga por alimento o saliva en la boca. El dar los primeros auxilios apropiados para convulsiones puede ayudar a evitar estos peligros (vea la sección titulada "¿Qué debe hacerse por un niño con convulsiones febriles?").
No hay evidencia de que las convulsiones febriles causen daño cerebral. Estudios extensos han encontrado que los niños con convulsiones febriles tienen logros escolares normales y se desempeñan en exámenes del intelecto igual de bien que los hermanos que no padecen convulsiones. Aun en los casos raros de convulsiones muy prolongadas (más de una hora), la mayoría de los niños se reponen completamente.
Alrededor del 95 al 98 porciento de los niños que han experimentado convulsiones febriles no desarrollan epilepsia. Sin embargo, aunque el riesgo absoluto permace muy bajo, algunos niños que han padecido de convulsiones febriles encaran un riesgo mayor de desarrollar epilepsia. Estos niños incluyen a aquellos que tuvieron convulsiones febriles largas, que afectaron una sóla una parte del cuerpo o que se repitieron dentro de las 24 horas, y niños con parálisis cerebral, desarrollo tardío o otras anormalidades neurológicas. De entre los niños que no tienen ninguno de estos factores de riesgo, sólo uno de cada 100 desarrolla epilepsia después de una convulsión febril.
¿Qué debe hacerse por un niño con convulsiones febriles?
Los padres deben permanecer calmados y observar cuidadosamente al niño. Para prevenir heridas accidentales, se debe colocar al niño en una superficie protegida tal como el piso o la tierra. El niño no debe ser aguantado o restringido durante la convulsión. Para prevenir ahogos, el niño se debe poner de lado o sobre su estómago. Si es posible, uno de los padres debe sacar cuidadosamente cualquier objeto de la boca del niño.
Los padres nunca deben poner ningún objeto en la boca del niño durante una convulsión. Objetos colocados en la boca pueden romperse y obstruir el pasaje respiratorio del niño. Si la convulsión dura más de 10 minutos, el niño debe ser llevado inmediatamente a la facilidad médica más cercana para tratamiento. Una vez finalizada la convulsión, el niño debe ser llevado a su médico para determinar el origen de la fiebre. Esto es especialmente urgente si el niño muestra los síntomas de cuello rígido, letargo extremo o vómitos abundantes.
¿Cómo se diagnostican y tratan las convulsiones febriles?
Antes de diagnosticar las convulsiones febriles en infantes y niños, los médicos algunas veces llevan a cabo pruebas para asegurarse que las convulsiones no son causadas por algo más que la fiebre misma. Por ejemplo, si un médico sospecha que el niño tiene meningitis (una infección de las membranas alrededor del cerebro), es necesario sacar líquido de la espina dorsal para detectar indicios de infección en el fluido cerebroespinal (fluido que baña el cerebro y la espina dorsal). Si ha habido diarreas severas o vómitos, la deshidratación puede ser responsable de las convulsiones. Además, los médicos llevan a cabo otras pruebas para determinar la causa de la fiebre del niño tales como examinar la sangre y la orina.
Usualmente un niño con convulsiones febriles no necesita ser hospitalizado. Si la convulsión es prolongada o es acompañada de una infección seria, o si el origen de la infección no puede ser determinado, el médico puede recomendar que el niño sea hospitalizado para ser observado.
¿Cómo se previenen las convulsiones febriles?
Cuando un niño tiene fiebre muchos padres usan medicamentos tales como acetoaminofén o ibuprofen para bajar la fiebre y para que el niño esté más cómodo, aunque no existen estudios que prueben que esto reduce el riesgo de una convulsión. Una medida preventiva sería el tratar de reducir el número de enfermedades con fiebre, aunque esto no es una posibilidad práctica. El uso diario y prolongado de anticonvulsantes orales, tales como fenobarbital o valproato, para prevenir las convulsiones por fiebre no es recomendado debido a los efectos secundarios potenciales y porque su efectividad en prevenir tales convulsiones es discutible.
Los niños especialmente propensos a convulsiones febriles pueden ser tratados tantas veces como tengan fiebre con el medicamento diazepan por vía oral o rectal. La mayoría de los niños con convulsiones por fiebre no necesitan ser tratados con medicamentos, pero en algunos casos el médico puede decidir que esta medicina administrada sólamente cuando el niño tiene fiebre es la mejor alternativa. Este medicamento puede reducir el riesgo de tener otra convulsión febril. Usualmente éste es bien tolerado, aunque en ocasiones causa adormecimiento, falta de coordinación o hiperactividad. Los niños varían mucho en la suceptibilidad a estos efectos secundarios.
¿Qué investigación se está realizando sobre las convulsiones febriles?
El Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares (NINDS del inglés), es parte de los Institutos Nacionales de Salud (NIH del inglés), patrocina la investigación en convulsiones febriles en centros médicos a través de todo el país. Los científicos apoyados por el NINDS están explorando los factores de riesgo ambientales y genéticos que hacen a los niños susceptibles a convulsiones febriles.
Algunos estudios sugieren que las mujeres que fuman o ingieren alcohol durante el embarazo son más propensas a tener niños que padecen de convulsiones febriles, pero se necesita realizar más investigación antes de poder establecer una conección definitiva. Los científicos están trabajando también en identificar los factores que pueden ayudar a predecir cuáles niños son más propensos a tener convulsiones febriles recurrentes o de larga duración.
Los investigadores continúan observando el impacto a largo plazo que las convulsiones febriles pueden tener en la inteligencia, el comportamiento, los logros académicos y en el desarrollo de la epilepsia. Por ejemplo, los científicos que realizan estudios en animales están evaluando los efectos de las convulsiones y medicamentos anticonvulsantes en el desarrollo del cerebro.
Los investigadores también continúan explorando qué medicamentos pueden tratar efectivamente o prevenir las convulsiones febriles y cuáles son los efectos secundarios de estas medicinas.
¿Dónde puedo encontrar más información?
Para obtener información adicional sobre los programas investigación del NINDS, contacte a la Unidad de Recursos Neurológicos y Red de Información del Instituto (BRAIN por su sigla en inglés) en ninds.nih.gov. Encentre también información en epilepsyfoundation.org.
Fuente: ninds.nih.gov