Bruxismo: Un problema común, pero desconocido
¿Se ha levantado alguna vez sintiendo que le duele la cabeza, los oídos, o los músculos de la cara? ¿Es usted nervioso y suele apretar los dientes cuando se estresa? Entonces quizás no lo sepa, pero puede tener bruxismo.
El bruxismo es una afección que consiste en apretar fuertemente los dientes, llegando incluso a hacerlos rechinar -deslizar o frotar los dientes de adelante hacia atrás uno sobre el otro- provocando un sonido extraño y desgastando las piezas dentarias.
Se ejerce entonces una presión sobre los músculos, los tejidos y otras estructuras que rodean la mandíbula, lo cual puede llevar a que se presente dolor e inflamación de la mandíbula, dolores de cabeza, dolores de oído, daño en los dientes y otros problemas.
Es un acto que se realiza de forma inconsciente y puede suceder tanto de día, como de noche y se produce por una sobrecarga biológica que se explica a continuación:
El sistema estomatognático –o masticatorio- que abarca tanto la morfología, anatomía, histología, fisiología, patología, y terapéutica del órgano bucal, especialmente de maxilares (hueso) y dientes, como las relaciones vitales de este órgano con el resto del cuerpo, está constantemente sometido y generalmente adaptado a fuerzas de diversa magnitud, dirección y frecuencia, éstas son controladas, transmitidas y disipadas por diversos mecanismos protectores, a esto se lo denomina carga.
Cuando estas fuerzas adquieren el carácter de parafuncionales (movimientos fisiológicos de musculatura esquelética que se hacen crónicos y repetitivos) se hacen más intensas, frecuentes y prolongadas, pueden dañar más los dientes, periodonto u otras estructuras de la boca y la cara, a esto se lo conoce como sobrecarga y se lo relaciona directamente con el bruxismo.
Los dolores de cabeza y de oído suceden, en parte, porque las estructuras de la articulación temporomandibular están muy cerca del canal auditivo y en parte debido a un dolor muscular referido, es decir, un dolor que se percibe en un lugar diferente a donde se origina realmente.
Esta afección, tal como se la conoce, es uno de los más prevalentes, complejos y destructivo de los desórdenes orofaciales. Se ha descrito presente en un 6 a 8% de la población de edad media y hasta en un tercio de la población mundial.
No existe predilección por algún sexo, disminuye con la edad y 1 de cada 5 pacientes con bruxismo tiene síntomas de dolor orofacial. La prevalencia más alta se encontró en asiáticos, intermedia en europeos, americanos e hispanos, y la prevalencia más baja en afroamericanos.
Las personas más propensas a sufrir el bruxismo son aquellas que están expuestas constantemente a situaciones de stress, llevan una vida muy agitada, descansan mal, o son muy nerviosos.
Entre los síntomas -algunos ya mencionados como el dolor o inflamación de la mandíbula, dolor de cabeza, de oídos, y el desgaste de los dientes- se encuentran también, la ansiedad, el estrés, la tensión, el insomnio, la depresión, y los trastornos alimentarios.
Muchas veces, el bruxismo no es detectado ya que el común de las personas no suele asociar los dolores de cabeza, de oídos, y otros síntomas con los dientes, entonces no consulta con su odontólogo respecto a las dolencias.
De todos modos, el especialista que revisa los dientes puede diagnosticarlo ya que en muchos casos las piezas se desgastan o se les requiebra el esmalte de tanta presión. Una vez detectado, se puede iniciar el tratamiento.
Si bien los especialistas concuerdan con que el bruxismo no se cura, sí se puede prevenir el deterioro orofacial, detener los dolores, y disminuir la presión que se ejerce utilizando una placa de descarga, o placa anti estrés.
Existen tres tipos de tratamientos para este desorden, conductual, ortopédico, y farmacológico complementarios unos con otros, utilizando el último sólo en casos extremos.
El conductual consiste en modificar el modo de reacción psicosocial, entre las recomendaciones de este tratamiento se encuentran:
• Descansar 60 a 90 minutos antes de dormir.
• No pensar o discutir intensamente, separarse de las actividades diurnas, antes de dormir.
• Aplicar una técnica de relajación durante el día y antes de dormir.
• Mantener buen estado físico, no se aconsejan ejercicios físicos extremos después de las 18 hrs.
• Evitar alcohol, café, té, 3 horas antes de dormir, así como comidas copiosas.
• No fumar después de las 19 hrs, pues la nicotina aumenta el tono muscular y los despertares, de hecho el fumar se considera un factor de riesgo.
• Establecer un ambiente de sueño favorable, agradable y tranquilo, cama agradable, silencio, 18º C, con aire fresco.
• Si existe un niño en casa, por lo menos asegurar una noche por semana de sueño ininterrumpido.
El tratamiento ortopédico sirve para relajar la neuromusculatura, prevenir o limitar el daño dental y reducir la actividad del bruxismo. Lo hace mediante las placas conocidas como de descarga o anti stress, llamadas guardas oclusales (las hay rígidas y blandas). Este tratamiento requiere frecuentes visitas al odontólogo ya que luego de un determinado tiempo hay que renovar las placas para evitar el acostumbramiento.
El tratamiento farmacológico es más bien para lograr que el paciente deje de tener conductas nerviosas, bajo los efectos de calmantes, y así evitar el bruxismo.
El cambio de conductas nerviosas, sumado al tratamiento ortopédico resultan muy efectivos para mantener este desorden controlado.
Fuente: Chierico Dana – paginadigital.com.ar