Encuentran áreas cerebrales involucradas en las experiencias espirituales
La religión organizada surge cuando aparece un excedente alimentario procedente de la agricultura. A partir de ese momento surgen castas que con ese excedente mantienen un ejército, un clero y a sí mismos. La interpretación marxista de la realidad social sostiene que la religión no es más que el opio del pueblo, un método para mantener controladas a las masas y así mantener la explotación.
En países musulmanes en donde el poder político está ligado al religioso y en grupos integristas religiosos el islam goza de buena salud, algo que se refuerza con una tasa de natalidad elevada. En Occidente, en donde el poder religioso se ha desligado del político (hasta cierto punto) y en donde hay libertad para no creer en estas cosas y poder expresarlo, el número de ateos crece sin parar.
Este análisis simplista puede hacernos creer que, efectivamente, el substrato que sustenta la religión es pura y exclusivamente social. Pero en ese mismo Occidente supuestamente plagado de ateos hay cada vez más magufos que creen en un montón de cosas espirituales de lo más variopintas: reiki, imposición de manos, auras, etc. Da la impresión de que nos vemos atraídos por esos aspectos «espirituales».
Desde hace unos años los expertos en el cerebro están planteando que quizás nuestra mente está diseñada, de algún modo, para ser propensa a esos sentimientos espirituales. Argumentan que eso podría haber tenido ventajas adaptativas cuando nuestros antepasados vivían en la sabana africana. Básicamente, si se es muy racional y escéptico, al final te lo piensas demasiado y te come el león o se te escapa la gacela.
Los neurólogos se han dedicado a buscar ese sentimiento espiritual en el cerebro. Incluso han conseguido inducir este tipo de experiencias con estimulación magnética transcraneal.
Ahora, un grupo de investigadores de las universidades de Yale y Columbia ha conseguido identificar en el cerebro un área responsable de una de las bases de la experiencia espiritual: la sensación de estar conectado a algo más grande que uno mismo.
El córtex pariental es un área del cerebro relacionada con la consciencia de uno mismo y de los demás, además de con el procesado de la atención. Según estos investigadores, la actividad en esta área parece ser un elemento común entre los individuos que han experimentado una variedad de experiencia espirituales.
«Las experiencias espirituales son estados robustos que pueden tener un impacto profundo sobre la vida de la gente. Comprender las bases neuronales de las experiencias espirituales puede ayudarnos a comprender mejor su papel en la resiliencia y recuperación de la salud mental y desórdenes adictivos», afirma Marc Potenza (Yale Child Study Center).
Las experiencias espirituales pueden ser religiosas en su naturaleza o no. Como ejemplo de este último caso se puede citar la sensación de unidad con la Naturaleza o la ausencia del yo durante los eventos deportivos.
Los investigadores entrevistaron a 27 adultos jóvenes para recopilar información acerca de experiencias pasadas, tanto estresantes como placenteras, así como de experiencias espirituales. Los relatos que proporcionaron fueron grabados.
Entonces sometieron a los sujetos a una sistema de imagen por resonancia magnética nuclear funcional mientras que estos escuchaban, por primera vez, sus propios relatos de experiencias pasadas. Con ello los investigadores esperaban que los voluntarios revivieran de algún modo esas experiencias.
Aunque las experiencias espirituales diferían entre sí, los investigadores notaron que el patrón de actividad cerebral en el córtex pariental era similar mientras que imaginaban esas experiencias o eventos que habían vivido. Por tanto, sugieren que esa área cerebral está involucrada en este tipo de sentimientos.
El método puede ser útil en estudios futuros sobre experiencias espirituales y su impacto en la salud mental. Los investigadores sugieren que es probable que otras áreas del cerebro estén también involucradas en la formación de experiencias espirituales.
Fuentes original: dx.doi.org.
Imagen de cabecera: pixabay, vía pexel.
Fuente: neofronteras.com