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Rodolfo Santana revive en la escena de «La Empresa perdona un momento de locura»
Por: Julio C. Alcubilla B.
Récord Report Internacional THP
Teatro en Crítica/Cultura
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Esta sólida, dinámica, enérgica y hasta cierto punto sorprendente propuesta, abraza en la función y permite que el espectador se nutra y reflexione, a través de un trabajo interpretativo sin fisuras. Llevado a cabo por la memorable actriz Patty Oliveros y la fuerza arrolladora del actor Djamil Jassir. Acompañado de un arrojado eje de dirección del nobel actor y director Samuel Medina.Una puesta en escena directa, con ciertos detalles en iluminación y vestuario, pero a la vez interesante en la muestra de elementos semióticos escenográficos, que aportan al espectador una lectura trascendente.
Antes de considerar mayores aportes críticos al hecho teatral, es vital adentrarnos en el análisis del texto de Rodolfo Santana, considerando su estructura dramática, en la cual se hace obligatorio llevarla a la escena de manera muy definida, si se propone un acercamiento más actualizado a nuestros tiempos.
Los personajes de esta obra de Santana, estudiados desde el punto de vista psicológico, político y sociológico, representan clases sociales diferenciadas y la frecuente lucha entre ricos y pobres: entre la psicóloga y su paciente obrero.
Sin embargo estos roles se intercambian en un momento de la historia, develando una realidad diferenciada a partir del gesto y la mirada, de la dramaturgia del cuerpo y el acento vocal, tan apreciable en este elenco.
Surgen en la escena ciertos códigos: la conciencia de la clase social emergente que se proyecta a través de la rebeldía, manejada sutilmente. Por otro lado al analizar el aporte del personaje de la psiquiatra, pudiésemos estar en presencia de una interpretación forzada y no comprender que por el contrario, se nos presenta un símbolo del condicionamiento.
Repitiendo a modo de modelo lo que el autor señala para la escena: el acondicionamiento que hoy por hoy se lleva a cabo en la población, que emerge ahora del socialismo, como antes había emergido de los ranchos, bloques, la consagración de la telenovela y la exaltación de la violencia. Profundizando a su vez en la herida de una dignidad atropellada, reflejada a través de un texto que propone para este autor temas recurrentes como la política, la acción social, la venezolanidad a través del humor y la paciencia ante la adversidad.
Patty Oliveros y Djamil Jassir proponen la gradación del lenguaje, la manera de decir, los elementos rítmicos y la síntesis de las acciones. Mostrando una obra que pudiese ser enmarcada dentro del contexto del teatro de crisis y paradoja. Un teatro que se expresa según su autor, a partir de la confrontación y las realidades del país.
En esta propuesta de montaje y dirección de actores, muchos elementos interpretativos atrapan al espectador, desde el imponente trabajo del actor, que comienza entre gestos desde que el público entra a la sala a ubicarlo en contexto, hasta la exposición de todo su arsenal interpretativo. Considerando que por momentos, el ímpetu de su tensión dramática, lo comprometen hasta el punto que el espectador llega a aturdirse, por el sonido amanazante de un texto que se expresa con gran resonancia.
Por otro lado la actriz, asume su carga interpretativa a través del trabajo que proyecta su principal valor, en el manejo del ritmo y de la contención. Propuesta por un texto pleno de acotaciones literarias y su respuesta al esfuerzo de dirección con visión ecuménica y dialogada con eficaz resultado.
El principal aporte de este trabajo de dirección, además de ser muy promisorio como estilo para futuros montajes, radica en lo riguroso de su arquitectura y lo orgánico, no alejado del acertado ejercicio de la sincronización, como las manecillas del reloj.
Una propuesta que logra esa comunión entre el elenco y el espectador. Esa propensión al diálogo que no es basada en la satisfacción que produce una relación unidireccional entre el elenco y el espectador, sino aquella que exige la posibilidad de que ambos, elenco y público participen, produciendo una transformación vital, en esta función.
Destacando esas posturas de inmersión a partir de la escena, determinando una clave de acceso. En la cual el público percibe realmente los acontecimientos psíquicos reales y sin embargo ficcionales. A través de la espectacularidad de sus propios aportes perceptivos, impulsados por la solidez de un trabajo que promueve ese deseo de conectarse a sus propias raíces. Llevándolo a esa peculiar trascendencia emotiva de alta intensidad, convirtiendo su impulso en un constructor de esa estructura plena de significación, sobre algo que ya se encuentra en su interior.
Lo revisable sin embargo en este montaje, recae en la estructura técnica del sonido e iluminación, que lega muy poco al montaje, por otro lado, el vestuario. Sobretodo en el personaje masculino, que no presenta una identificación muy clara, de ese obrero añejado en esta fábrica. Icono por demás de nuestra característica clase obrera.
En cuanto al dispositivo escénico, acertado en su juego cromático y elementos semióticos, alcanzando simbología, sin mayores pretensiones.
Quedan sólo tres funciones:Viernes 05:00 pm. Sábado y Domingo 04:00 pm. en el Espacio Plural del Trasnocho Cultural. CC Paseo Las Mercedes, Caracas.
Fuente: Julio C. Alcubilla B./Récord Report Internacional para THP/Teatro en Crítica/Cultura