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«Labio de Liebre», la trascendente barbarie que inaugura el FITC 2017

Por: Julio C. Alcubilla B. /Periodista y Crítico de Artes Escénicas
22 de Abril de 2017
Esta obra fue un plausible acierto, que inaugura la fiesta del teatro en Venezuela y la sexta edición del Festival de Teatro de Caracas 2017. El cual se celebra desde hoy, en nuestra región capital, del 22 al 30 de abril. Escrita y dirigida por Fabio Rubiano, bajo la producción de los grupos de Teatro Colón y Teatro Petra. 

Definir magistral acierto en el teatro, es una valoración que suele despertar observancia, sin embargo, este trabajo logra ser tan trascendente en su valor teatral,  como una invitación a la reflexión sin fisuras.

Análisis Crítico del Hecho Teatral

La historia del inescrupuloso asesino paramilitar, líder de los disidentes, quien desde los años 50 se reconoció en Colombia por haber alcanzado su libertad en el extranjero, luego de perpetuar crímenes sangrientos. 
Nos une a un viaje para reflexionar sobre  la cruel existencia humana en su forma más intimista. Crónica del caos y antivalores, una propuesta en la cual se teatraliza la violencia colombiana. La eterna lucha de poderes, el diálogo existencial de los oprimidos, la síntesis interpretativa entre ajusticiar o perdonar a víctimas y victimarios.
En su estética, este extraordinario comienzo del Festival de Teatro de Caracas, 2017,  nos conmueve y disloca, tras la perspectiva cinematográfica desde sus primeras escenas. Encantando al espectador por etapas: primero sometiéndolo a una suerte de distanciamiento e inconsistencias interpretativas no asimiladas, para luego ir conquistando, llevando al público a ser partícipe de una historia y de hechos abominables. Ricos en metáforas visuales, contenidas en un triángulo escenográfico, de impactante estética, enmarcado en la trinidad del espacio escénico, evocador de arte purista, como lectura.
El uso del color en la simbología de matices y texturas de estética europea, son aliados para el desarrollo de acciones, en el que el realismo fantástico se sustituye por el realismo dramático, para darle cabida al distanciamiento brechtiano.
En cuya estructura las inserciones de los personajes, pareciesen en una primera revisión, ser gestadas en la concepción evolucionada del teatro postmoderno. 
La exposición del texto nos lleva a conjeturar una minuciosa construcción en la escena, o arquitectura del eje interpretativo, minuto a minuto. Partiendo probablemente de la búsqueda del distanciamiento, haciendo emerger palabras unidas a gestos, en un trabajo intimista de dirección. 
En el que se expone al subconsciente, representado por giros de vibrante solidez. En los cuáles la metáfora fantasmal, impulsa a juicio moral, a la estimación en el público, proveyéndolo de una contundente plataforma para su reflexión. 
La sala para acentuar ese distanciamiento, en breves momentos en los cuáles existen parlamento motivadores de conclusiones, en los que el texto se hace mayormente impulso, se enciende discretamente rompiendo la cuarta pared. 
Enfatizando la labor de esos personajes materializados a partir del subconsciente, de los remordimientos. Los cuáles en su visión connotativa entre pasado y presente, se impregnan de un ritmo acelerado, casi estrepitoso, brechtiano. 
La naturaleza va cubriendo la escena,  al final se devela como el árbol de la vida, y este referente escénico, se puede evidenciar el paso de las estaciones como metáfora de la conciencia. Que desde el techo hasta los laterales, desde las reflexiones hasta lo que nos permite pensar… concluimos en lo que olvidamos o nos permitimos olvidar…
Lo no alcanzado en el trabajo de sonido o dicción, logra ser sustituido en el gesto y en la dramaturgia corporal, y el contundente trabajo interpretativo o de actores. Llevando al espectador a múltiples conclusiones, al espejo de su pretendido olvido, surgiendo ese recurso visual del paralelismo a partir de lo rural. Como precursor de otro recurso verbal contemporáneo.
Invitando al público en una lectura de tiempos, de herencia moral, de realidad cultural, al registro visual de una sociedad inmersa por muchos años en la barbarie del poder, de la resistencia y la política que degrada. 
Surge así el juicio, las reflexiones, el sentido panfletario de la protesta, a través de la figura de una periodista, que sólo escucha y divulga, para que al final también se convierta en víctima. 
La sociedad que siempre olvida, las muertes que se silencian, como se callan los nombres, las listas de los asesinos y sus víctimas. Colgados en la frialdad  de una estructura, una nevera a modo de símbolo, de aquellos poderes que nacieron para callar. 
Una pieza que habla de dos fracciones encontradas, que optan por la decisión de firmar la tregua, a través de la acción de esos fantasmas que regresan para martirizar.
En la visión del director, la evolución del texto es un personaje más, sin embargo el conflicto no es absolutamente determinado, porque la intención es que surja un nuevo conflicto para el espectador, el poder de dialogar sin matar.
Es una propuesta que evidencia por igual, los fantasmas de las víctimas de un asesino, que como el cuento de navidad de Dickens, vienen del pasado a juzgarlo, a solicitarles que se declare, y les diga dónde fueron enterrados. 
Que reconozca que fueron tratados como animales, como gallinas, como el perro y el conejo. Exigen explicaciones, lo atormentan, lo llevan a la locura, en su retiro de esa Europa invernal, donde paga casa por cárcel. 
"El victimario en gran parte de la obra parece una víctima, y las víctimas no se comportan como tales, como con este lamento permanente con el que se muestra a las víctimas. Una de las hipótesis es: ¿perdón es dejar todo así? No. Se está pidiendo algo a cambio; yo estoy pidiendo algo a cambio".
Rubiano nos impregna de humor negro: "La gente que ha visto ensayos dice: 'Claro, tiene humor, pero yo no sé si reírme de eso'. No hay ninguna intención de burlarnos de las víctimas ni de ponerlo como si fuera una cosa superficial (…). Pero la manera de narrarlo tiene que ser desde el lenguaje nuestro, desde un lenguaje colombiano", especifica Rubiano. Este estreno da inicio a la celebración de los 30 años de Petra, que fue fundado por Rubiano y Marcela Valencia..
Protagonizada por Rubiano, Marcela Valencia, Jacques Toukhmanian, Liliana Escobar, Biassini Segura y Ana María Cuéllar, la historia se desarrolla en un país que según las encuestas es el más feliz del mundo.
Un viaje a la crueldad, en el que un protagonista ordena masacrar a una familia, a gallinas, a su perro.  La barbarie que oprime, aniquila, pero que pronto se olvida. 
A través de metáforas visuales, el magistral texto, por momentos se calla en el distanciamiento, se congela, y la sala enciende luces, para la reflexión. Una ventana al subconsciente representado a través de giros interpretativos, evoluciona el clímax de la obra develando ese conflicto que subyace por encima del conflicto expreso gestando el poder de dialogar sin matar. 
Lo costumbristas latinoamericano o colombiano, en ciertos vocablos se hace presente. Sin embargo al rozar el realismo, el lenguaje se divide o traza, a partir de la ruptura de dichos vocablos y se hace más contemporáneo. 
Rubiano analiza ese periodo de la violencia en el teatro colombiano, en el cual el lenguaje se revitaliza a través de símbolos escénicos. Revisando la estética de Santiago García, Enrique Buenaventura, entre otros. 
La pieza en este caso, no es poseedora de un discurso único, en la que la visión del mundo converge en la cotidianidad contemporánea. De una Colombia que censura a la sumisión, al antivalor, al incesto, a la barbarie, a la represión de la política. Sino que se decanta por el aporte al espectador en diferentes latitudes reflexivas. 
En las que el héroe trágico, las zonas de conflicto que permiten sobrevivir a la barbarie, están en el estado de reflexión y conciencia del espectador, surgidas por medio de la tensión dramática.
…La sangre que se hace naturaleza muerta, la risa del nerviosismo interpretativo en el público, como catapulta para la reflexión, revisando a través de los comunicadores, los sociólogos y defensores de los derechos humanos, su capacidad de elegir ser parte, de una sociedad, de víctimas y victimarios.
Optar al igual, por ser vengativos o otorgar el perdón, como le ocurre a Salvo Castello (Fabio Rubiano), un antiguo miembro de un grupo armado, responsable de desapariciones y masacres. "Castello es el visible victimario, pero en esta obra no hace más que sufrir por lo que hizo". Está siendo tan acosado por las víctimas que se confunden los roles, no se sabe quién sufre más. "Aquí, en términos dramáticos, el victimario es la víctima", explica Rubiano. 
La niña le dice a la mamá: "Mi papá me tocaba y usted se daba cuenta y no hacía nada", a lo que responde la mamá: "Uno tiene que obedecer al marido"..¿quién es la víctima? "La compasión por unos es el dolor para otros".

Fuente: Julio C. Alcubilla B./
Periodista/Crítico de Artes Escénicas.- record report

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